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ROB REINER
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La causa de la muerte de Rob Reiner según Trump

El presidente de EE UU culpa en su red social al cineasta de su propio asesinato por haber sido crítico con él

No habían pasado 24 horas del asesinato a puñaladas del cineasta Rob Reiner y su esposa Michelle en su casa de Los Ángeles (California) y Donald Trump ya estaba comentándolo en su propia red social, Truth (“verdad” en inglés), pero no para condenar lo ocurrido, recordar sus películas o expresar su pésame a familiares o amigos, sino para culpar a Reiner de su propio asesinato. El presidente estadounidense, al que hace unas semanas algunos proponían como candidato al Nobel de la Paz, señaló como causa de la muerte “la ira que provocó en los demás por su enorme, inflexible e incurable afección mental, conocida como Síndrome de Trastorno de Trump, a veces denominado STD”. Reiner “era conocido”, añadió, “por volver locos a los demás con su obsesión furiosa por el presidente Donald J. Trump, con su evidente paranoia alcanzando nuevas cotas a medida que la Administración Trump superaba todos los objetivos y expectativas de grandeza y con la edad de oro de EE UU sobre nosotros, quizá como nunca antes. ¡Que Rob y Michelle descansen en paz”. El hijo del matrimonio ha sido detenido como sospechoso por el crimen.

La reacción pública del presidente estadounidense al asesinato no fue un calentón, una repuesta inapropiada al ser preguntado sorpresivamente por la muerte de un cineasta que, efectivamente le había criticado mucho en vida -lo consideraba una “amenaza para la democracia”-, porque nadie le hizo esa pregunta. ¿Qué pregunta posible hubiera podido dar lugar a una respuesta como esa? Ninguna. Fue él mismo quien, conocido el horrible crimen, se dirigió a su red social para exhibir, entre otras muchas cosas, su narcisismo. En la escala de mediocridad figuran en los niveles más altos quienes pretenden arrebatar el protagonismo al que ocupa un ataúd, y en ese siniestro grupo todavía escalan unos peldaños más los que explotan una desgracia para tratar de beneficiarse de ella. Decir que Reiner murió por “Síndrome de Trastorno de Trump” es una forma de decir que seguiría vivo de no haberlo padecido, y, desgraciadamente, hay apenas unos pasos, muy cortos, entre eso y afirmar que se lo había ganado, que se lo tenía merecido. En su mundo trumpocéntrico, la paz y la guerra, la vida y la muerte son eventos de acción o reacción a sus filias y fobias, su lista de aliados y enemigos.

El mensaje de Trump provocó gran revuelo en redes sociales, pero será pasajero, hasta el siguiente post o movimiento incendiario del presidente-pirómano. Algunos compañeros republicanos han criticado en X sus palabras sobre el cineasta, como Thomas Massie -“Independientemente de lo que se piense sobre Rob Reiner, este es un discurso inapropiado e irrespetuoso sobre un hombre que acaba de ser brutalmente asesinado. Supongo que mis colegas republicanos electos, el vicepresidente y el personal de la Casa Blanca simplemente lo ignorarán. ¿Por miedo? Reto a cualquiera a defenderlo”- o la congresista Marjorie Taylor Greene -“Esto es una tragedia familiar. No va de política ni de enemigos políticos”-. Esta última, miembro del ala más dura del partido y hasta hace poco defensora acérrima de Trump -era una de las voces que sostenía que ganó las elecciones en las que se impuso Joe Biden y que concluyeron con el asalto al Capitolio- dejará su puesto el próximo 5 de enero, después de que Trump la llamara “chiflada” y “traidora” por apoyar la desclasificación de los papeles de Epstein y criticar su apoyo a Israel durante la masacre sobre población civil de Gaza.

Unas horas después de que el presidente de EE UU culpase a Reiner de su propia muerte por su rabia contra él, los periodistas le ofrecieron la oportunidad de desdecirse, matizar, pedir disculpas. Lo que respondió Trump, según informa The New York Times, fue: “Bueno, no era fan suyo en absoluto. Era una persona desquiciada. Muy mala para nuestro país”. Por cierto, cuando el pasado septiembre fue asesinado durante un acto en una universidad estadounidense el activista ultraconservador Charlie Kirk, amigo y aliado de Trump, Reiner manifestó públicamente su repulsa: “Es un horror absoluto. Esto no debería sucederle a nadie. No me importa cuáles fueran sus ideas políticas. Esto no es aceptable”. En aquel momento, el Departamento de Estado de EE UU anunció que retiraría el visado a extranjeros que habían minimizado en redes sociales el asesinato de Kirk. No parece que nadie vaya a sancionar ahora al tuitero en jefe que dispara con su propia red social.

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Sobre la firma

Natalia Junquera
Reportera de la sección de España desde 2006. Además de reportajes, realiza entrevistas y comenta las redes sociales en Anatomía de Twitter. Especialista en memoria histórica, ha escrito los libros 'Valientes' y 'Vidas Robadas', y la novela 'Recuérdame por qué te quiero'. También es coautora del libro 'Chapapote' sobre el hundimiento del Prestige.
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