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La cosa se complica en Utiel

Cuanto más sabemos de lo sucedido durante las horas críticas del 29 de octubre de 2024, más repugnante se revela la conducta de Mazón ese día

Jordi Amat

Aunque no se reúna desde hace más de un lustro, esta comisión de las Corts valencianas sigue activa sobre el papel. Su función no es trabajar para elaborar nuevas leyes. Digamos que se trata de un asunto interno: la revisión del Reglamento que rige el funcionamiento del parlamento autonómico. Y como el Reglamento vigente debe ser útil, la comisión está inoperativa y así podría parecer del todo innecesaria, pero allí sigue formalmente constituida porque cumple con una función alternativa. Los partidos designan a su portavoz para que participe en ella y esa elección, que no aumenta la carga de trabajo del diputado en cuestión, tiene premio: un complemento salarial mensual. Son 634 euros, como nos contó Ferran Bono. ¿Qué deben pensar los diputados que puntualmente reciben ese plus en la nómina porque ellos lo valen? Ahora el grupo parlamentario del Partido Popular ha seleccionado a su nuevo portavoz en dicha comisión que cumple a la perfección con esa idea tópica del chiringuito que tanto daña el respeto a la mecánica de las instituciones. Sí, sin vergüenza, el elegido es Carlos Mazón. ¿Qué debe pensar?

La cronología de los hechos, como una pesadilla de la que es imposible escapar, le persigue a él más que a nadie. “La cosa se complica en Utiel”, escribió por WhatsApp su consellera de Justicia e Interior el mediodía fatal a Mazón. A este mensaje ya pasó de responder. No era el primero preocupado que Salomé Pradas le enviaba. Tampoco la primera llamada que le rechazaba. Sabemos también por los pantallazos que a la una del mediodía Mazón tenía información en su teléfono sobre los rescates en helicóptero que ya se habían realizado o el peligro de desbordamiento del barranco del Poyo y otras infraestructuras críticas. “Cojonudo”, había dicho al recibir el informe a través de un mensaje. Al cabo de pocos minutos, la consejera reenvió aquel mensaje sobre la situación de Utiel a José Manuel Cuenca, jefe de Gabinete de Mazón. A partir de las dos y media la interlocución con el president debería pasar por Cuenca porque, según ella, minutos antes y en una llamada previa, le había pedido que no contactase directamente con Mazón. A pesar las imágenes de las riadas desbocadas ya circulaban por las redes, no, no debía ser molestado.

Cuanto más sabemos de lo sucedido durante las horas críticas del 29 de octubre del año pasado, y sabemos mucho ya, más repugnante se revela la conducta que Carlos Mazón tuvo ese día. Pero no solamente entonces. Y no es solo incapacidad. Es peor. Porque ha sido desde ese día hasta ahora mismo. Y esa segunda parte de la historia, cuando ya era un presidente cadáver o un diputado zombi, tal vez haya sido incluso más nefasta para la confianza ciudadana en la política democrática. A lo largo del año posterior a la desolación, como si creyese que la verdad sobre lo que hizo y lo que no jamás saldría a la luz, Mazón ha estado ganando tiempo para garantizarse unas prerrogativas materiales mientras transfería responsabilidades para no reconocer su dejación de funciones, y mentía y mentía y mentía. Y cuando esa estrategia no dio más de sí y dimitió, su decisión, tolerada por su partido, ha sido mantener el acta de diputado para ser aforado y garantizarse un buen sueldo: el fijo más esa comisión, más lo que suma la dedicación a jornada completa, gastos de representación y unas dietas por tener la residencia a más de 100 kilómetros de Valencia. ¿Realmente piensa que puede seguir desarrollando con normalidad su actividad política mientras vamos conociendo evidencias de su irresponsabilidad? Es insoportable.

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Sobre la firma

Jordi Amat
Filólogo y escritor. Ha estudiado la reconstrucción de la cultura democrática catalana y española. Sus últimos libros son la novela 'El hijo del chófer' y la biografía 'Vencer el miedo. Vida de Gabriel Ferrater' (Tusquets). Escribe en la sección de 'Opinión' y coordina 'Babelia', el suplemento cultural de EL PAÍS.
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