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Los minutos clave de la dana en los que se frenó “confinar” a la población

La exconsejera de Emergencias Salomé Pradas desvela cómo Mazón y su equipo eran conscientes de la gravedad de la situación ya a primera hora de la tarde

Elena Reina

Salomé Pradas, consejera de Emergencias de la Generalitat Valenciana, no estaba tranquila ni iba a estarlo en toda la jornada del 29 de octubre de 2024. Aunque se lo pidiera por dos veces el jefe de gabinete de su presidente, Carlos Mazón, José Manuel Cuenca. “Tranquila, che”, le conminaba él a las 20.18, siete minutos después de que el centro de coordinación de emergencias (Cecopi) hubiera enviado el mensaje masivo a los teléfonos móviles de toda la provincia de Valencia en el que se pedía a los ciudadanos que ante las “fuertes lluvias” evitaran “cualquier tipo de desplazamiento”, un mensaje tardío —su envío se retrasó, entre otros motivos, porque Pradas no quería que la traducción al valenciano se pareciera mucho al catalán— y defectuoso —no pedía a los ciudadanos que subieran a pisos altos—. En ese momento todavía no se sabía, pero al menos 155 personas habían perdido ya la vida por el desbordamiento del barranco del Poyo y del río Magro. Pero sí se sabía que la situación era excepcionalmente grave.

En ese momento, Mazón todavía no había hecho su aparición en el Cecopi después de una larga sobremesa en el restaurante El Ventorro con la periodista Maribel Vilaplana. Lo haría a las 20.28. Pero el entonces president ya era consciente desde antes de entrar a la comida de que la emergencia se estaba complicando y de que había al menos un fallecido en Utiel. Así se desprende de los mensajes de Whatsapp que Salomé Pradas cruzó ese día con Mazón y con el jefe de gabinete de este, José Manuel Cuenca, y que la entonces titular de Emergencias ha entregado a la juez de Catarroja Nuria Ruiz Tobarra, que investiga las negligencias en la gestión de una catástrofe que se saldó finalmente con 230 fallecidos.

Los mensajes de WhatsApp revelan la descoordinación que reinó aquella tarde en las esferas más altas de la Generalitat, y también la soledad y la inoperancia en la que Mazón y su equipo dejaron a Pradas. “Está la cosas [sic] muy muy mal”, insistía ella a las 19.55 a Cuenca en mensajes mal escritos, con la desesperación de quien sabe que todo va a empeorar sin remedio. Antes de que Mazón entrara en el famoso almuerzo, Pradas le advirtió: “La cosa se complica en Utiel”. No volvieron a hablar por mensajes —tuvieron una conversación telefónica de dos minutos a las 17.37 y otra de siete minutos a las 18.16—. A esas alturas, según los mensajes que ha proporcionado Pradas al juzgado, Mazón y su equipo tenían constancia de al menos un fallecido, aunque el ya expresident lo haya negado incluso en la comisión del Congreso.

Con el presidente fuera de alcance, Pradas avisaba de cada nueva calamidad a su mano derecha, José Manuel Cuenca, que ni siquiera estaba en Valencia, sino en Xàtiva. Y este, pese a la gravedad que le iba planteando Pradas en cada texto —el desbordamiento del río en Utiel, que la UME no podía acceder vía terrestre, que las inundaciones afectaban no a una zona concreta, sino a “toda la provincia”— pedía “calma” a la consejera e insistía sobre todo en un punto: “De confinar, nada”. Pradas quería pedir el confinamiento de las “áreas afectadas” y “alejamiento (subir a las plantas altas) en unos cuantos municipios”. “Salomé, para confinar hace falta un estado de alarma, y eso lo decreta la chica que tienes al lado [la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé]”, le respondía Cuenca. Ella sabía que no, que la ley de Emergencias contempla esta competencia autonómica y se lo explicaba, en pleno caos, al que parecía el máximo representante del Gobierno en esos momentos: “Quítate eso de la cabeza, por favor”, le respondió Cuenca.

Lo que sucedió después, es historia: 230 muertes, 156 de las cuales sucedieron antes incluso de que se enviara la alerta que por fin se mandó a los móviles a las 20.11. La jueza Ruiz Tobarra debe analizar estos mensajes y concluir si algún responsable impidió el envío de un aviso a la población que pudo haber salvado vidas. Pradas y su número dos, Emilio Argüeso, están siendo investigados por homicidio imprudente. Y un mes después de la dimisión de Mazón —que sigue como diputado autonómico y al que el PP ha puesto al frente de una comisión parlamentaria para redondearle el sueldo—, Pradas ha decidido romper con él y su equipo y desvelar cómo, pese a lo que han mantenido durante más de un año, conocían la gravedad de lo que estaba sucediendo esa tarde al menos igual que ella. Aunque, de momento, por los aforamientos de los que gozan los altos cargos, solo ella y Argüeso están imputados.

“Si hubiéramos sabido lo que al final ocurrió, claro que hubiéramos actuado de otra manera. Pero es que nadie sabía nada”, declaró Cuenca este martes en la comisión de investigación en el Congreso de los Diputados. Un órgano donde está obligado cada compareciente a decir la verdad.

“No hubo conocimiento de las primeras pérdidas de vidas humanas hasta bien entrada la madrugada”, “nadie sabía que la gente se estaba ahogando”, declaró Mazón en la misma comisión del Congreso. Un cuarto de hora después de que, a las 16.28, Pradas informara a Cuenca de la existencia de un muerto en Utiel, el jefe de gabinete le reenvió a la consejera un mensaje del “presi” que decía “Igual a las 19 hrs vamos al 112”.

Además de los mensajes que ha aportado Pradas al juzgado, las llamadas revelan otros intentos de contactar con el presidente en los momentos más críticos. La primera tentativa de contactar con Mazón y su entorno fue poco antes de las 13.00, justo cuando la Guardia Civil de Carlet certificó la desaparición del camionero José Hernaiz, que viajaba hasta un invernadero de L’Alcudia por la A7. La entonces consejera telefoneó a Jose Manuel Cuenca a las 12.54 y a Mazón a las 12.59. Ambos cancelaron la llamada. Esa mañana el president acudió a varios eventos.

La también exconsejera de Interior recibe una llamada tres horas después, a las 16.11 horas, del secretario autonómico Cayetano García (guardado en su móvil como Cayetano Palau). La conversación dura dos minutos. A esa hora la Generalitat ya había elevado la alerta a nivel 2, se había pedido a delegación del Gobierno la intervención de la UME y ya se había convocado la reunión del Cecopi. A las 16.29 horas Pradas llama a Mazón, pero la llamada es cancelada. El presidente siguió con su sobremesa hasta al menos las 19.47 horas, cuando Maribel Vilaplana abandonó el aparcamiento donde había dejado el coche para el almuerzo.

Desde entonces y hasta las cinco de la tarde, Pradas recibe una llamada de Cayetano García (a las 16.43) que no atiende y recibe dos de Cuenca (a las 16.48 y a las 16.56) que duran 35 y 36 segundos respectivamente. Cuando el Cecopi comienza, a las 17 horas, ya han fallecido una decena de personas. Mazón llama a Pradas por primera vez a las 17.37 horas y hablan durante dos minutos. El president (según el listado aportado por la Generalitat) habla con el presidente de la Diputación de Valencia, Vicente Mompó, a las 17.50 horas y le solicita el contacto del alcalde de Utiel.

A las seis de la tarde ya han fallecido 25 personas y en el Cecopi, a pesar de que desde una hora antes ya se plantea la posibilidad de enviar una alerta masiva, no se hace. Mazón llama a Pradas a las 18.16 y hablan durante siete minutos. Fue la conversación más larga. La situación en barranco del Poyo es irreversible y Emergencias recibe un aluvión de llamadas por el riesgo de desbordamiento (antes de las 19:00 se habían recibido 13.338 llamadas en el 112). Pradas llama a Cuenca, la llamada es cancelada, pero Mazón le telefonea a esa misma hora, a las 18.25. Solo dura 46 segundos. Cuenca devuelve la llamada a la exconsejera y conversan un minuto.

Casi una hora y media después de esos cruces de llamadas con el president y su mano derecha, Pradas recibe lo que parece una orden: “Salo, de confinar nada, por favor”. Hacía más de tres horas que Cuenca le había reenviado un mensaje de Mazón en el que avisaba de que “igual” se iba a dirigir al Cecopi a las 19 horas. Pero por allí no aparecía. A esa hora, cuando ni siquiera la UME había podido acceder a Utiel con sus helicópteros, Mazón sigue en el El Ventorro e ilocalizable para la exconsejera. Estaba, según la declaración de la periodista, hablando de fútbol a las puertas de un parking en el centro de Valencia.

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Sobre la firma

Elena Reina
Es reportera de la sección de Nacional. Antes trabajó ocho años en la redacción de EL PAÍS México, donde se especializó en temas de narcotráfico, migración y feminicidios. Es coautora del libro ‘Rabia: ocho crónicas contra el cinismo en América Latina’ (Anagrama, 2022) y Premio Gabriel García Márquez de Periodismo a la mejor cobertura en 2020.
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