El lado correcto de la historia
Es asombroso que Hamás estuviera evaluando la propuesta de Trump y parte de la izquierda española ya hubiera decidido que estaba en contra


El Gobierno está en el lado correcto de la historia y el lado correcto de la historia es en el que está el Gobierno. Es un lugar concurrido. En septiembre Abascal declaró que Vox estaba en el lado bueno de la historia y la lista que se puede hacer es casi infinita. Cualquiera diría que la historia no tiene un lado malo, lo que me hace pensar en el fotógrafo de un pueblo de Teruel que decía hace casi un siglo: “Póngase de perfil, que le voy a sacar dos orejas como dos abadejos”.
El fin de la matanza en Gaza y la liberación de los rehenes caerían en el lado bueno de la historia, pero han sido posibilitados por un actor desagradable. Con sus numerosos defectos, el plan ofrece un alivio. Es asombroso que Hamás estuviera evaluando la propuesta y parte de la izquierda española ya hubiera decidido que ellos estaban en contra.
Defender el derecho al aborto también se presenta como estar en el lado bueno de la historia (aunque otros piensan lo contrario). Aprovechando la torpeza del alcalde de Madrid, el enfrentamiento simbiótico con Isabel Díaz Ayuso y que la interrupción voluntaria del embarazo genera división en la derecha, el Gobierno ha propuesto una reforma constitucional para “blindar el derecho al aborto”. Los motivos son oportunistas, pero en política eso ocurre a menudo y sabemos lo que nos dirían: cualquier momento es bueno para ponerse del lado bueno de la historia. La reforma, como han explicado Miguel Presno Linera, Ana Carmona o Germán Teruel, podría acabar rebajando la protección de las mujeres que deseen abortar. La idea del Gobierno es reconocer el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo a través del artículo 43 de la Constitución, que no regula derechos fundamentales sino “principios rectores de la política social y económica”. Según ha explicado Presno Linera, sería más sencillo después volver a una legislación más restrictiva: no haría falta una ley orgánica sino ordinaria y resultaría más difícil recurrir en amparo al Tribunal Constitucional. La estructura del argumento es tan repetida que parece una secuela de Marvel: motivos espurios, feminismo como pretexto, argucia legal y resultado contraproducente.
La defensa de la democracia frente a la tiranía encaja en cualquier definición de lo que es estar en el lado bueno de la historia; apoyar esa defensa también. Es lo que pensó el Comité del Nobel de la Paz al distinguir a la venezolana María Corina Machado. El Gobierno español no ha encontrado tiempo para felicitarla. El lado bueno de la historia es solo propaganda. Como recuerda el ensayista David Rieff, la historia no tiene una opinión. Somos nosotros quienes podemos tenerla.
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