El alarido de Tarzán
Me pregunto en qué momento aquellos sonidos guturales comenzaron a convertirse en órdenes, en plegarias, en consejos, en enseñanzas, en cuentos, en fábulas


Imagino que todos los alaridos inconexos que emitían los primates, al cruzarse entre sí, acabaron por unificarse en un grito unívoco con un significado común aceptado por la tribu. Se trata de interpretar el alarido de Tarzán. A su manera, ese grito primordial del primate alfa produjo un sonoro chasquido con un efecto físico similar al de las ondas gravitacionales que han llegado hasta nosotros desde el fondo de los tiempos al chocar dos agujeros negros. El alarido de Tarzán se ha desarrollado y se ha expandido a través de las palabras habladas y escritas en toda la historia de la literatura y de la música. Aquellos primeros gruñidos de los primates se fueron articulando paulatinamente a través del tam-tam de la danza, luego la danza se hizo cántico y el cántico se convirtió en verso y el verso acabó siendo esa prosa que uno escucha en los medios o lee en los libros. Un buen lector, un buen radioyente, tiene un oído especial que le lleva a remontar con la imaginación a través del sonido y el ritmo de las palabras hasta la garganta de los homínidos. Me pregunto en qué momento aquellos sonidos guturales comenzaron a convertirse en órdenes, en plegarias, en consejos, en enseñanzas, en cuentos, en fábulas. Me pregunto cómo llegaron a disolverse los poemas de Safo y de Píndaro en aquellos alaridos primigenios. Busco cualquier oda de Horacio y leo en voz alta. Mientras trato de dar sentido a sus versos que me llevan a gozar de los placeres de la vida percibo la cadencia de la métrica latina que divide las vocales de cada sílaba en largas o breves hasta cuadrar el hexámetro. Mientras escucho una descarga de rock pienso que esa música es deudora salvaje de una selva lejana. Pero en medio del fragor de este perro mundo lleno de ruido y de furia, al contemplar a los grandes líderes mundiales, los amos de la guerra, que todavía se rascan las axilas al hablar imagino que emiten sus órdenes como el alarido de Tarzán, cuando solo era un grito del primate con una garrota en la mano.
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