Aborto y populismo anticiencia
El respaldo del PP a la propuesta de Vox sobre la interrupción voluntaria del embarazo es un aval a un bulo sin base médica alguna


El Partido Popular se enfangó este miércoles en el ideario ultra para violentar a dos de los enemigos declarados de la extrema derecha: las mujeres y la ciencia. La dirección nacional del partido avaló la sorprendente decisión del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y su grupo municipal de apoyar una propuesta de Vox que obliga a los centros de atención primaria a informar a las mujeres de que el aborto voluntario puede supuestamente causarles depresión, aislamiento, alcoholismo, anorexia o bulimia, entre otras enfermedades. Un síndrome inventado, carente del mínimo aval por parte de la comunidad científica.
El de este miércoles fue un peligroso paso del PP hacia la agenda política de la ultraderecha más trumpista, en guerra abierta contra libertades y derechos que se daban por conquistados. La idea respaldada por Génova supone tratar a la mitad de la población como menores de edad, en línea con el paternalismo hacia las ciudadanas de la derecha más reaccionaria. Defender la postura de Vox sitúa a los populares en un marco inaceptable: la negación de la soberanía de las mujeres sobre su salud reproductiva, que incluye la maternidad y, por tanto, también la interrupción voluntaria del embarazo. En la libre decisión de las mujeres sobre su propio cuerpo, la única intervención posible de las instituciones del Estado es garantizar escrupulosamente su ejercicio. La propuesta defendida por PP y Vox sitúa a la mujer en la minoría de edad y responde a la idea de que hay que protegerla hasta de sí misma, incapaz de informarse y decidir sin tutelas.
Eso desprendía la respuesta de Génova al alboroto causado por su decisión: “La información nunca es un problema”, defendió su portavoz. Claro que no, pero los bulos para atemorizar a las mujeres en el ejercicio de sus derechos sí lo son. Y esa es la peligrosa senda que ha elegido un partido de Estado como el PP. Sus bandazos sobre el aborto han sido repetidos, y comprensibles en una formación que hasta ahora intentaba tranquilizar a su ala más conservadora al tiempo que buscaba aumentar la cuota de voto femenino. Así, mientras el Tribunal Constitucional resolvía en contra el recurso de los populares a la ley de plazos, el Gobierno de Mariano Rajoy renunciaba a reformar, aun teniendo mayoría absoluta, esta misma ley, promulgada en 2010 por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Tampoco abrió el debate del aborto en su congreso nacional del pasado julio, cuya ponencia ideológica ni mencionaba el asunto. Sin embargo, ayer dio un volantazo en ese perfil bajo para avalar una decisión reaccionaria que sorprendió incluso a Vox.
Abortar es una decisión dolorosa, quien opta por ella merece todo el cuidado del Estado. Respetando su parecer sin paternalismos y sin sumar más dolor al trance. La mujer que acude a abortar tiene derecho a una asistencia sanitaria que la acompañe y la cuide en el proceso sin añadir más temores que los que ella ya ha afrontado. Sin duda, como todo lo relacionado con la maternidad, deseada o no, puede afectar a la salud mental de las mujeres. Por eso son importantes más medios en la atención y apoyo psicológico que faciliten la decisión de quienes optan por abortar. Sin la crueldad de añadirle trabas e infundirle miedos con disparatados argumentos sin base científica alguna. La propuesta de Vox asumida por el PP es populismo anticiencia alineado con el trumpismo desatado y de sus bulos sobre asuntos que afectan a la salud poniéndola en peligro. A las mujeres no se las protege cuestionando sus libertades y derechos, sino defendiéndolos.
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