Ir al contenido
_
_
_
_
Redes Sociales
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Contra la canonización de Charlie Kirk

No puede ser mártir el ‘bully’ que instigó a la violencia y deslegitimó la democracia

El líder de Vox, Santiago Abascal, durante un homenaje a Charlie Kirk en el evento 'Europa Viva 25', el pasado domingo.
Noelia Ramírez

Cada vez que muere una persona ruin en trágicas circunstancias, emerge un tuit recurrente que viene a decir que si Twitter hubiese existido cuando Hitler se pegó un tiro, muchos hubieran dicho: “Hombre, hizo cosas terribles, pero nadie merece esto”. Frente al asesinato del aliado de Trump y líder juvenil Charlie Kirk, esa fue la lectura moral que se prodigó desde las redes a, sorprendentemente, distintas columnas en medios de comunicación de corte centrista o progresista. Del esperable homenaje de los ultras españoles, como el que escenificó Vox en su acto este fin de semana convirtiéndolo en “mártir”, el shock ante la magnitud de lo acontecido ha propiciado toparse con textos hagiográficos sobre lo supuestamente carismático y buen comunicador que fue el fundador de la organización Turning Point USA. “Kirk practicaba la política de manera correcta”, escribió Ezra Klein, líder de opinión liberal, en The New York Times. “[Charlie Kirk] representaba lo mejor que el mundo digital puede ofrecer”, defendió Jorge Morla en este diario, donde añadió: “Era tan solo un tipo sentado ante una cámara delante esperando a que cualquiera llegase a escupirle sus verdades o a criticar sus ideas”.

Las formas en el rechazo a la violencia política y nuestra compasión por los familiares que sobreviven a sus víctimas no deben ignorar la realidad. Si Charlie Kirk estuvo tan comprometido con la libertad de expresión y el debate de buena fe, ¿por qué han sido despedidas decenas de personas —desde periodistas a militares o bomberos— que han recordado su expediente y legado político en redes? Kirk fue un bully supremacista que normalizó el discurso de odio, un reaccionario evangélico defensor de la sumisión femenina y la persecución de personas trans, queer e inmigrantes.

Kirk fue el instigador de una lista macartista de vigilancia para destruir carreras y aterrorizar a profesores y académicos de todo el país. La “professor watchlist” —que todavía existe y se creó en 2016— anima a denunciar a aquellos que “discriminan a estudiantes conservadores y promueven propaganda izquierdista en el aula”. La periodista e investigadora urbana Stacey Patton, del Morgan State University Institute, fue señalada por “ideología racial”: “La inundación de amenazas fue tan implacable que el jefe de seguridad del campus me ofreció escolta, porque temían que uno de estos soldados del teclado saliera de su sótano y viniera a hacerme daño”, ha escrito en su muro de Facebook. Christabel K. Cheung, investigadora oncológica y profesora de la Universidad de Maryland (Baltimore), también fue incluida por “ideología racial” tras impartir una charla sobre igualdad en salud para pacientes jóvenes con cáncer. Tras aparecer en la lista y recibir centenares de amenazas, borró su presencia digital, dejó de dar su número a los estudiantes y borró la ubicación de su oficina en el campus, utilizando seudónimos y eliminando su nombre de sus investigaciones médicas. Kirk nunca escondió su liderazgo en el hostigamiento a cualquier disidente de su ideología ultra: “Y hasta para las ofensas más leves, la regla debería ser: ni caridad, ni buena voluntad, ni piedad”, firmó en una tribuna.

Tampoco deberíamos ignorar que su “buena política” conspiró para romper la democracia. Turning Point USA se sumó a Stop the steal (Detened el robo), el grupo viral que alegó fraude en el proceso electoral de 2020 e instigaba a la violencia. También se opuso a la Ley de Derechos Civiles, calificándola de "gran error“. Apoyó la teoría del “gran reemplazo" y a su podcast invitó desde apologistas de la esclavitud a misóginos contrarios al derecho a voto de las mujeres. Al hombre que racionalizó su asesinato (“Vale la pena pagar algunas muertes por armas de fuego cada año para que podamos tener la Segunda Enmienda y proteger nuestros demás derechos divinos”, dijo en 2023), un disparo le ha robado la oportunidad de enmendarse y crecer como ser humano. Que esa bala atroz no sirva de escudo para ocultar su legado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Noelia Ramírez
Periodista cultural. Redactora de S Moda desde 2012 y forma parte del equipo de Cultura desde 2022.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_