La incompetencia aleja la paz en Ucrania
Trump se muestra frustrado por unas negociaciones que ha saboteado él mismo


La paz en Ucrania, que Donald Trump prometió para las primeras 24 horas de su presidencia, está más lejos que nunca. Hasta el punto de que el presidente de Estados Unidos ha anunciado ya su disposición a tirar la toalla. No puede terminar bien lo que mal empezó. La Casa Blanca trumpista nunca ocultó su simpatía por Vladímir Putin y su hostilidad hacia Volodímir Zelenski, hasta el punto de adoptar en su integridad el punto de vista del Kremlin sobre las responsabilidades de la agresión rusa, que Trump ha seguido atribuyendo esta misma semana a Ucrania.
Las negociaciones de paz, ahora al borde del fracaso, sufren de una escandalosa asimetría desde su concepción. Trump se ha esmerado en halagar a Putin y en extorsionar a Zelenski. Son desiguales e injustos los estímulos para que ambas partes hagan concesiones: para Ucrania, la amenaza de que cesará su ayuda militar y financiera; para Rusia, la promesa de levantamiento de sanciones y embargos e incluso de una próspera relación económica con EE UU.
Ucrania se vio obligada a aceptar la declaración de un alto el fuego incondicional, mientras que Rusia lo rechazó e impuso sus condiciones maximalistas sin recibir ni un solo reproche por parte de Washington. El maltrato al que fue sometido Zelenski por Trump en el Despacho Oval contrasta con la actitud reverencial y obsequiosa ante Putin del negociador estadounidense Steve Witkoff en su visita al Kremlin. El representante de Trump ha regresado de Moscú con las exigencias de Putin intactas sobre la anexión de cinco provincias ucranias y la renuncia de Ucrania a la OTAN. Mientras, Ucrania sigue sin contar con garantías de que EE UU no la abandonará ante la voracidad rusa, para que se las apañe sola junto a la insuficiente ayuda europea.
Es grande el daño infligido a Ucrania por un tipo de negociación que solo parece conducir a una rendición incondicional. La tregua parcial de 30 días para instalaciones energéticas, de escasa efectividad, ha sido aprovechada por Rusia para incrementar el lanzamiento de misiles balísticos sobre la población civil e intensificar, de momento infructuosamente, los asaltos mecanizados con vistas a completar el control de las provincias solo parcialmente ocupadas. Todo dirigido a mejorar la posición sobre el terreno ante la mesa de negociación, cuando suceda.
Un eventual fracaso de las discusiones será responsabilidad exclusiva de Putin, por su radical intransigencia, y de Trump, por su entrega preliminar a la posición del Kremlin y por la incompetencia de sus equipos negociadores y, especialmente, de Witkoff, el jefe efectivo de la diplomacia trumpista en todos los frentes (Ucrania, Irán y Gaza), como si Marco Rubio fuera un secretario de Estado de atrezzo. Zelenski ha hecho todo lo que estaba en su mano para alcanzar un acuerdo y los países europeos, que no han participado en la negociación, se han comprometido a garantizar la estabilidad si este llegara a lograrse.
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