La sociedad está cambiando
Nuestros lectores escriben sobre la evolución de los papeles de hombres y mujeres en el hogar, la memoria histórica, el cristianismo en la Navidad y la inversión en ciencia
Este 31 de diciembre lo pasé con amigos y conocidos. En la mesa, mientras Jordi hacía la paella y el resto de chicos preparaban el picoteo, compartí la última noche del año con una amiga militar, una técnico en ciberseguridad, una asesora del Parlamento Europeo, una mecánica de competición y una empresaria. Entre nosotras murmuramos que en pocas mesas de nuestro país debían estar las mujeres conversando y los hombres en la cocina, nos sorprendimos de los trabajos que desempeñamos, vinculados al universo masculino. En qué canal ver las campanadas nos pareció trivial, a nadie le importó el vestido de la Pedroche, tomamos las uvas una hora antes y recogimos la mesa todos juntos, entre una quincena de millennials y generación Z. La sociedad está cambiando, quiero pensar.
Claudia Escudero. Las Palmas de Gran Canaria.
‘Niños de la guerra’
Francisca Solano Martínez no recordaba el día que fue a despedir a su padre a la estación del ferrocarril con destino a la batalla del Ebro. Pese a su corta edad, fueron tantas las veces que su madre y sus hermanos mayores lo contaron en casa, que es como si su memoria se hubiese adelantado a su curso natural. Conservaba las cartas que envió su padre desde el frente de batalla, sus escasas fotos y algunos objetos personales que le entregaron a la familia tras el fatídico desenlace. Sin embargo, también le habría gustado recibir los restos su padre para inhumarlos en el panteón familiar donde ya reposa gran parte de su familia. Su hermano Antonio, ya nonagenario, será el último de esos niños de la guerra que ocupará la fosa inconclusa por la ausencia de los restos de aquel soldado que defendió la Segunda República.
José Solano Martínez. Cartagena (Murcia)
Moral y política
Cada año, durante las fiestas, resuena el mismo mensaje: ayuda al prójimo y empatía con los más vulnerables. Crecí en un colegio concertado donde esos valores eran fundamentales. Nos enseñaron que el verdadero cristianismo consistía en cuidar de los que menos tienen. Por eso, me resulta curioso cómo, en ocasiones, algunas personas que se reconocen en su fe apoyan ideas que parecen alejarse de los valores que dicen profesar. Escandalizan los gestos irreverentes, pero guardamos silencio ante las desigualdades y la marginación. La reacción ante algunos símbolos no siempre tiene que ver con la fe, sino con la necesidad de conservar el relato que sostiene ciertas posiciones de poder.
Carmen Serván Soto. Badajoz
La ciencia no es un gasto
Personas que dedican sus vidas a resolver problemas globales y contribuir al avance de la ciencia están sometidas a contratos precarios, salarios bajos y una falta total de estabilidad laboral que les permita vivir dignamente. Muchos se ven obligados a emigrar, dejando atrás a la familia y raíces, en busca de un futuro que aquí no se les ofrece. ¿Cómo podemos aspirar a ser una sociedad avanzada si seguimos relegando a los científicos e investigadores a un papel secundario? La ciencia no es un gasto, es una inversión en nuestro presente y futuro.
Aida Estefanía Rosa Benítez. Sevilla
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