Mangione, el asesino será una estrella de cine
Todo lo que pase a partir de ahora, incluido el juicio, habrá de verse como precuela de la ficción
Cuando un chico pobre y feo mata a alguien, el pueblo clama: “¡Condena!”. Cuando un chico rico y guapo mata a alguien, el pueblo clama: “¡Netflix!”. Es la revisión criminal del “cando se emborracha un rico, qué gracioso está o señore / cando se emborracha un pobre, todos lle chaman borrachone”. Observen a Luigi Mangione, que tiene nombre de estrella de cine (y hace las cosas que hacen las estrellas de cine cuando trabajan). Por tener, hasta tiene Mangione una causa y no menor, como tampoco la tenía el Unabomber. Ha asesinado al consejero delegado de la mayor aseguradora privada de salud de Estados Unidos, que en rigor tiene más cadáveres a la espalda que Mangione, si bien esos cadáveres todos (o casi todos) están dentro de la Constitución. Han bastado unas fotografías de Mangione y algunos datos sobre su fortuna familiar para eclipsar la vida de quien casi nunca interesa, que es el muerto, incluso cuando el muerto es más famoso que él: al ser asesinado, el asesino le roba la fama, cuando no el nombre del caso. Volvemos a Ivan Jablonka como siempre por estas fechas: “No conozco relato del crimen que no valore al asesino a expensas de la víctima. El asesino está ahí para narrar, para expresar su arrepentimiento o para pavonearse”. Y volvemos de paso a la narrativa sustancial: la belleza y el dinero pueden distorsionarlo todo (con nuestra ayuda feliz, o sea alegría clickbait, la de los medios) al punto de que a la gente del crimen solo le interese su recreación: todo lo que pase a partir de ahora, incluido el juicio, habrá de verse como precuela de la ficción; primero la realidad, luego lo que pasará a la historia. Y la preguntita tonta moviéndose como un sonajero: ¿por qué habría alguien que tiene recursos y oportunidades y una aparente vida feliz, matar a alguien? ¡Oh, pero si lo tiene todo! ¿Por qué violan, por qué matan, por qué secuestran los hermosos y malditos? Cada vez que alguien se pregunta eso delante de mí, rezo para que nunca le falte de nada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.