_
_
_
_
LA BRÚJULA EUROPEA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Von der Leyen, Borrell y el balance de un quinquenio europeo

La UE ha gestionado de forma inspiradora la pandemia y de manera notable pero insuficiente la agresión rusa. La división del grupo ha conducido a una desastrosa parálisis frente a Israel

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el pasado 27 de noviembre en Estrasburgo.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el pasado 27 de noviembre en Estrasburgo.Yves Herman (REUTERS)
Andrea Rizzi

El Parlamento Europeo ha votado esta semana la confianza a la nueva Comisión Europea. Con razón, muchos análisis tratan de estudiar los desafíos por delante en el quinquenio que se abre, que son de calibre descomunal. A la vez, siempre es necesario el aprendizaje de la mirada retrospectiva.

El mandato empezó con la pandemia. La gestión no está exenta de fallos, pero, tras los peligrosos reflejos nacionalistas de los primeros compases, la UE reaccionó de una manera inspiradora. La compra conjunta de vacunas y la emisión de deuda común para los fondos de ayuda con tintes verdes y digitales no solo fueron decisiones acertadas, sino que representan emblemas de la línea que hay que seguir: mayor integración ante crecientes desafíos globales que nos atañen a todos. El real grado de eficacia de las ayudas desembolsadas podrá juzgarse adecuadamente solo en el tiempo. Pero lo que está claro ya es lo que evitaron: una profunda fractura interna a la unión y un grave riesgo de aumento del malestar.

La respuesta a la guerra de Ucrania ha sido notable e insuficiente a la vez. Notable porque ha alumbrado acciones que pocos hubiesen considerado posibles antes (entre ellos, Vladímir Putin, que sin duda contaba con blandenguerías parecidas a las que fueron la respuesta europea a sus anteriores atropellos). La UE, en cambio, ofreció un decidido apoyo a Kiev con iniciativas sin precedentes, implementó importantes sanciones que no han tumbado a la economía rusa pero que la hace sufrir mucho —como muestra el rublo por los suelos—, consiguió un sustancial desenganche de la energía rusa sin demasiado sufrimiento y sus países miembros han dado un acelerón en el gasto militar. Pero lo hecho es insuficiente. Casi tres años después de la gran invasión, no hemos alcanzado un nivel de capacidades suficiente para sostener sin EE UU a Ucrania si esta quiere resistir al ataque.

La respuesta de la UE al conflicto en Oriente Próximo es el terrible agujero negro estratégico y moral del quinquenio. Estratégico, porque ha evidenciado que estamos a años luz de poder conseguir una auténtica cohesión de política exterior, lo que nos aboca a una melancólica irrelevancia en el mejor de los casos. Moral, porque la incapacidad común de cuajar una reacción, aunque fuera mínimamente sustancial al brutal abuso del derecho de legítima defensa, es un fracaso de valores inmenso, que además nos expone a una valida acusación de hipocresía y dobles estándares.

Este fracaso mancha gravemente el mandato de Ursula von der Leyen. La presidenta de la Comisión ha mantenido una actitud completamente escorada a favor de un Israel que, con los elementos disponibles, tiene todos los visos de ser condenado por infames crímenes de guerra y, tal vez, por genocidio. Cabe recordar que Von der Leyen no tiene competencias en política exterior, lo que hace doblemente sangrante la famosa visita en la que solo se reunió con el primer ministro israelí, pero no con los palestinos. Naturalmente el balance de Von der Leyen debe ser trazado teniendo en cuenta mucho más que eso. La alemana tiene méritos, sin duda hay que reconocerle una considerable capacidad de trabajo para empujar las labores de la Comisión en medio de turbulencias inauditas.

Ha sido una Comisión que por el camino perdió un peso pesado, Frans Timmermans, que decidió regresar a la política holandesa restando bastante materia gris política y empuje medioambiental al colegio. Perdió a Thierry Breton al final en medio de una agria disputa con Von der Leyen —a la que acusó de “gobernanza cuestionable”—. Margrethe Vestager cosechó una gran victoria con una sentencia favorable en un importantísimo caso de competencia que concernía a Apple e Irlanda, pero tal vez su segundo mandato tuvo menos brillo que el primero. La historia con toda probabilidad otorgará una nota muy alta a Josep Borrell, Alto Representante de Exteriores y Seguridad. Tuvo que asumir una tarea ardua, navegar en un oleaje terrible con una tripulación dividida. Por supuesto no todo fue perfecto —por ejemplo, la muy problemática visita a Moscú de 2021—. Pero el balance arroja una clarividencia estratégica y una firmeza moral admirables. En lo estratégico, cabe recordar que Borrell avisó de que la UE estaba “en peligro” con su Brújula Estratégica tiempo antes de la invasión de Ucrania. En cambio, todavía en febrero de 2022 había muchos europeos que no creían que fuera a ocurrir, como recordarán quienes estaban en la Conferencia de Múnich de ese año, celebrada día antes de la invasión. Algunos parecen seguir todavía hoy en algún tipo de ceguera. En lo moral, cabe destacar la claridad de su apoyo a Ucrania —frente al pacifismo miope de ciertos sectores del progresismo europeo— y sobre todo de su denuncia de la intolerable respuesta de Israel al ataque de Hamás. Una denuncia muy incómoda para actores poderosos, dentro de la UE —Alemania, sobre todo— y fuera —EE UU—. Una actitud que invita con el ejemplo a no ponerse de perfil en estos tiempos en los que, frente a las plagas del conflicto y la polarización, avanza la tentación del nihilismo y la resignación.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_