_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Leire, Amaia y cuatro tíos

Vale que ellos son los compositores, los propietarios, los cerebros de La Oreja de Van Gogh, pero ella, ellas, son el alma y, sin alma, no hay paraíso

Amaia Montero (a la izquierda), y Leire Martínez, las sucesivas cantantes de La Oreja de Van Gogh.
Amaia Montero (a la izquierda), y Leire Martínez, las sucesivas cantantes de La Oreja de Van Gogh.Getty
Luz Sánchez-Mellado

Nunca fui fan de La Oreja de Van Gogh. Su aparición estelar, en 1998, me pilló cumplidos los 30, una edad malísima para gestionar prejuicios. Demasiado vieja y resabiada para apreciar esas letras de chica conoce a chico bajando del tren y desde entonces lo quiere y lo adora y lo vuelve a querer. Demasiado joven y arrogante para no despreciar esas músicas que se te adherían al hipotálamo y no te quitabas ni con electrochoque. Demasiado soberbia, al menos, para admitir mi culpa. Porque, sí, confieso: ya entonces berreaba esas canciones en la intimidad de la ducha y el habitáculo del coche como quien se entrega a un placer solitario. Podía gustarte o repatearte, pero había que estar muerta en vida para no sentir el chorro de pasión y vulnerabilidad que soltaba por esa boca esa chica que se comía el micro, el escenario y a los cuatro tíos que tocaban detrás de ella. Se llama Amaia Montero. El resto es historia.

Se fue Amaia del nido queriendo volar sola, y, perdida, no acabó de hallar su ruta. Los chicos la sustituyeron ipso facto por Leire Martínez, quien, desde entonces, ha tenido que lidiar con la sombra de la ex fuera y dentro del grupo, como la Rebeca de Hitchcock en Manderley. Tres lustros después, el cuento se repite. Los chicos, ahora ya señores, acaban de comunicar, unilateralmente, que separan sus caminos de Leire. Solo ellos saben si se ha ido o la han invitado a irse por activa o por pasiva. Puede que todo sea un plan para que vuelva Amaia, ahora que vende. O que Leire se haya cansado de ser la otra sin que los suyos la defiendan. Personalmente, estoy menos con quienes ven el asunto como una pelea de divas, y más con quienes ven un cálculo de mercado de cuatro tíos. Ellos son los compositores, los propietarios, los cerebros del negocio. Pero ella, ellas, son el alma, y, sin alma, no hay paraíso. No creo que esta sea una historia de buenas y malos ni viceversa. Ninguna lo es del todo. Pero, en el proceso, se les ha visto las costuras. Y eso, en tiempos de comunicados de parte, maratones de entrevistas clónicas y dictadura de las relaciones públicas, es rock and roll del bueno.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_