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Columna
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Incompetencia, deshonestidad y codicia

El presidente del comité de investigación del incendio de la Torre Grenfell, en Londres, concluyó esta semana que la tragedia había sido resultado de “décadas de fracaso” urbanístico

Incendio de la torre Grenfell
La torre Grenfell, en llamas, el 14 de junio de 2017 en Londres.Jeremy Selwyn (Evening Standard via Getty Image)
Marta Peirano

El fuego empezó con un fallo eléctrico en un frigorífico del cuarto piso. Las neveras antiguas son más propensas a sufrir fallos por sobrecalentamiento pero carecen de medidas de seguridad. La pólvora fue un revestimiento compuesto de paneles de aluminio Reynobond con un núcleo de polietileno altamente inflamable, fabricados por la empresa Arconic, al que habían sumado un aislamiento de espuma, altamente inflamable, fabricado por Celotex y Kingspan.

El muro de llamas se extendió hacia arriba por las paredes del edificio, metiendo la lengua por las ventanas y llenando pasillos y escaleras de gases calientes y venenosos, procedentes de la combustión. La primera hora y media ocupó 20 plantas. Media hora más tarde había subido otras diez. Para entonces, los servicios de emergencia seguían pidiendo a los vecinos que se quedaran dentro de sus casas. Más de 200 personas desobedecieron y consiguieron salir, antes de que la columna se bifurcara, llegando al centro de las fachadas este y norte. En menos de cuatro horas, las llamas se han tragado el perímetro del edificio. Los bomberos dejaron de subir.

Sir Martin Moore-Bick, presidente del comité de investigación que presentó su informe el pasado miércoles, dijo que el incendio de la Torre Grenfell donde murieron 72 personas en junio de 2017 había sido el resultado de “décadas de fracaso” por parte del Gobierno central. Y dijo que no todas las partes tenían el mismo grado de responsabilidad. Pero que todas habían contribuido, “en la mayoría de los casos por incompetencia, pero en unos pocos por deshonestidad y codicia”. Arconic y Celotex sabían que el material era muy peligroso y que no cumplía las normas de seguridad europeas. Las dos pudieron “manipular deliberadamente el proceso de pruebas, tergiversar los datos y engañar al mercado” sobre la seguridad de sus productos porque, entre 2010 y 2015, el Gobierno de David Cameron declaró la guerra a las regulaciones para reducir costes e incentivar la construcción.

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Las revisiones no eran, ni frecuentes, ni exhaustivas. La renovación había sido ordenada y apenas supervisada por la administración local del distrito Real de Kensington y Chelsea. Grenfell era un edificio de viviendas sociales en uno de los barrios más exclusivos de Londres, y su objetivo era hacerla más tolerable a la vista, priorizando el costo sobre la seguridad. La oficina de protección de los inquilinos estaba en guerra con ellos. La brigada de bomberos tuvo problemas de protocolo, organización y comunicación durante y después del incendio. Sir Moore-Bick destacó el valor de la comunidad local, cuyo apoyo a las víctimas en las horas posteriores al incendio “solo resaltó las deficiencias de la respuesta oficial”.

Claude Wehrle, jefe del equipo de ventas de Arconic, declaró a la BBC que la muerte de 72 personas era una tragedia pero que él no era “la persona que tomaba las decisiones sobre la venta del revestimiento Reynobond PE”. La investigación incluye correos suyos explicado al equipo que el producto es peligroso y no cumple la normativa europea y que deben mantener esa información “very confidential”. También incluye correos a otros clientes explicando lo segura que es.

Cuesta no pensar en esa escena de El Club de la lucha en la que Edward Norton explica cómo calcula, como investigador de siniestros para una empresa de automóviles, la necesidad de retirar un modelo de automóvil que ha sido responsable de un siniestro. En este caso, el costo de promedio de las demandas por muerte, lesiones o daños del siniestro de la Torre Grenfell ha sido cero para Arconic, Celotex y Kingspan. Su deshonestidad y su codicia han resultado muy rentables. No tienen nada que cambiar.

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