Algo pasa con Telegram
La plataforma no modera contenidos ni pone límites a la desinformación. Hay activistas y traficantes, periodistas, abogados y extorsionadores, ‘influencers’ racistas e iraníes adolescentes que sólo quieren estudiar.
El multimillonario ruso Pável Dúrov ha sido arrestado en el aeropuerto de París cuando llegaba de Azerbaiyán, donde también estaba Vladímir Putin. La Oficina de Menores de la dirección nacional de la policía judicial francesa lo acusa de permitir delitos de fraude, tráfico de drogas, ciberacoso y crimen organizado en Telegram. El servicio de mensajería que lanzó en 2013 se acerca ya a los mil millones de usuarios y es famoso por su defensa del anonimato y la libertad de expresión.
Hay quien piensa que el arresto tiene que ver con Putin y con la guerra de Ucrania. “El arresto podría tener motivos políticos y ser un medio para obtener los datos personales de los usuarios de Telegram. No debemos permitirlo”, ha tuiteado Vladislav Davankov, vicepresidente de la Duma estatal. La embajada ha reclamado acceso consular para aclarar la situación, pero Dúrov tiene pasaporte francés. No está sujeto a intercambio o extradición.
Otros piensan que ha sido arrestado por ser otro absolutista de la libre expresión. “Es 2030 en Europa y estás siendo ejecutado por dar ‘me gusta’ a un meme,” ha tuiteado Elon Musk. Telegram no modera contenidos ni pone límites a la desinformación. Hay activistas y traficantes, feministas y neonazis, periodistas, abogados y extorsionadores. Asaltantes al capitolio, influencers racistas, iraníes adolescentes que sólo quieren estudiar. Es el servicio de comunicación más popular en Bielorrusia, Kazajistán y Camboya. Pero, ¿garantiza realmente su seguridad?
Signal, otra plataforma de mensajes, cifra todas las comunicaciones de extremo a extremo y no guarda mensajes ni claves ni datos personales en sus servidores. Si no tiene los datos, no puede entregarlos a las autoridades aunque lo pida un juez. También somete su código a auditorías para demostrar que funciona como dice. Telegram no cifra de extremo a extremo por defecto, guarda datos del usuario y del dispositivo como nombre, teléfono, contactos o dirección IP, y guarda metadatos y conversaciones en la nube. Y usa un protocolo propietario (no transparente) llamado MTProto. Es un problema que la única garantía de los usuarios sea la palabra de un multimillonario que vive en los Emiratos, porque muchos creen que trabaja para el Kremlin desde al menos 2020.
Pavel dejó Rusia en 2014 y vendió su otra gran empresa VKontakte, el Facebook ruso, para no tener que facilitar datos de usuarios ucranios al Kremlin. En 2018, el Gobierno ruso vetó Telegram por negarse a dar acceso a los mensajes de usuarios a través de una puerta trasera. En junio de 2020 levantó el veto después de que la empresa aceptara “ayudar con las investigaciones sobre extremismo”. En marzo de 2022, el vicejefe del Comité de Política de Información ruso, Oleg Matveichev, dijo que Dúrov había llegado a un acuerdo con la agencia de seguridad nacional: “Telegram ha instalado equipos para monitorear sujetos peligrosos”. Sin acceso al código, no hay manera de saber si es verdad.
Musk presume de proteger a los usuarios, no como sus rivales. “Instagram tiene un enorme problema de explotación infantil, pero Zuck no teme ser arrestado —dice de Mark Zuckerberg—, ya que censura la libre expresión y da a los gobiernos acceso por la puerta trasera a los datos de los usuarios”. De hecho, Twitter no ha rechazado ninguna solicitud de eliminar publicaciones o facilitar datos privados para identificar cuentas anónimas desde que Musk tomó posesión. Especialmente en países como Turquía e India. Veremos lo que sale de la investigación de París.
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