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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fundido en azul

El apagón informático de este viernes debe dar pie a una reflexión sobre la dependencia global de un puñado de empresas

Un pasajero mira las pantallas de información en el aeropuerto de Delhi, este viernes.
Un pasajero mira las pantallas de información en el aeropuerto de Delhi, este viernes.Foto: Rajat Gupta (EFE)
El País

Una actualización de un antivirus provocó este viernes un apagón en millones de ordenadores de todo el mundo y desató el caos en negocios y servicios públicos por todo el planeta. Se trata de una de las mayores caídas informáticas de la historia, y su alcance deja en evidencia la vulnerabilidad de la infraestructura tecnológica global, tanto por la elevada concentración de servicios en torno a unas pocas multinacionales como por la externalización generalizada de los sistemas operativos y de almacenamiento en la nube que utilizan las compañías en su día a día.

A última hora del jueves, el programa Falcon de la estadounidense CrowdStrike —líder del mercado de ciberseguridad— ponía en marcha una actualización que afectaba a los ordenadores con sistema operativo Windows, de la también estadounidense Microsoft. La actualización se instaló automáticamente, provocó que las computadoras no pudieran siquiera ponerse en marcha y que las pantallas se quedaran en azul, lo que obligó a muchas compañías a suspender temporalmente su actividad o a procesar manualmente sus servicios. Fue el caso de los billetes de avión. En plena temporada veraniega, más de 30.000 vuelos se vieron retrasados y en torno a 4.000 cancelados en todo el mundo. Compañías ferroviarias, bancos y hospitales también se vieron afectados por el bloqueo. CrowdStrike envió el mismo viernes una guía a sus clientes para resolver el incidente, pero el procedimiento es manual y debe resolverse caso por caso, lo cual puede retrasar considerablemente su vuelta al pleno funcionamiento.

Causado por un involuntario fallo humano, el incidente ha dejado en evidencia los peligros de la elevada concentración que existe en la industria de la ciberseguridad. Las 15 mayores compañías del sector controlan el 62% de las tecnologías, los productos y los servicios relacionados con la protección informática. CrowdStrike, una firma fundada en 2012, tenía en 2022 más de un 17% de la cuota de mercado mundial. El apagón de este viernes cobra su verdadera dimensión si se tiene en cuenta que más del 70% de los ordenadores del planeta utiliza Windows.

Si la pandemia puso a prueba las cadenas globales de producción y distribución y provocó la decisión de Gobiernos y empresas de reducir los riesgos de suministro de bienes esenciales, este episodio debería dar pie a una reflexión similar en torno a los servicios informáticos. Pese a su enorme transversalidad, la infraestructura tecnológica global carece de un organismo que analice los fallos del sistema, se responsabilice de ellos y garantice la resiliencia de un soporte decisivo en el siglo XXI. Resulta difícil de entender que la actualización de un programa de una sola empresa pueda llevar a medio mundo a una especie de edad media digital. Se trata de un aspecto que conviene abordar ahora que, además, estamos en puertas del despliegue masivo de la inteligencia artificial.

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