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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Frente republicano para el futuro

La unión de los demócratas franceses podría contener a la ultraderecha, pero debería analizar el malestar expresado en ese voto

Elecciones Francia
Un cartel electoral de Reagrupamiento Nacional, en una calle de París.Remon Haazen (Getty Images)
El País

Nada está decidido en las elecciones legislativas francesas. El éxito de Reagrupamiento Nacional en la primera vuelta, el domingo pasado, sitúa a este partido de extrema derecha a un paso de la mayoría absoluta que le permitiría formar Gobierno, pero su acceso al poder todavía no está claro. Puede evitarlo la decisión tomada este martes por parte de 218 candidatos —en su mayoría de izquierdas, pero también en la órbita del presidente Emmanuel Macron— de retirarse de la segunda vuelta de este domingo para favorecer al candidato mejor situado en sus distritos ante el del RN. La retirada permite resucitar, aunque sea temporalmente y de forma parcial, el llamado frente republicano, la unión de todos los partidos y votantes de izquierdas y conservadores en contra de la ultraderecha.

Pero el acuerdo es incompleto: 16 miembros de la coalición macronista han mantenido sus candidaturas, así como 12 conservadores del partido clásico de la derecha francesa. Y no es nada seguro que los votantes sigan las consignas y voten en contra del RN. El frente republicano hace tiempo que dejó de funcionar a pleno rendimiento. En 2002, cuando el viejo líder ultra Jean-Marie Le Pen se clasificó para la segunda vuelta, el conservador Jacques Chirac le derrotó con un 82% de votos y el apoyo decidido de la izquierda. En 2017, Macron derrotó a la hija de Le Pen, pero el margen ya fue más estrecho: un 66% de votos, muchos de ellos aún de izquierda. Y en 2022, se redujo aún más el apoyo: un 58,5%.

El cambio es revelador. Para cada vez más franceses, el RN ya no es un peligro para la democracia ni para la República, lo que refleja, en parte, la evolución de este partido que, con Marine Le Pen al frente, ha suavizado su imagen y su discurso y ha logrado ocupar un lugar central en la sociedad francesa.

El RN ya no da miedo ni se percibe como una amenaza. Es, de hecho, el primer partido de Francia. De hecho, existe el riesgo de que el frente republicano refuerce todavía más el sentimiento de agravio de sus casi 11 millones de votantes en estas elecciones. Estos votantes representan capas de la población que durante décadas se han sentido excluidas del Gobierno de su país, y pueden entender como un nuevo gesto de desprecio hacia ellos el acuerdo entre partidos antagónicos de izquierdas, centro y derecha moderada para cerrarles el paso al poder justo después de haber obtenido su más importante victoria electoral. Sus líderes, con Le Pen al frente, repetirán este mensaje en los próximos días.

Hay que recordarles, sin embargo, que en Francia las elecciones se celebran a dos vueltas y gana quien obtiene la mayoría en la segunda. Si el domingo el RN se queda lejos de alcanzarla, el resultado será tan legítimo como si la obtiene. Pero el resto de los partidos debería reflexionar sobre el uso y la eficacia del frente republicano, que se ha revelado útil para mantener a la extrema derecha fuera del poder, pero no para limitar su avance a lo largo de las décadas.

La unión de los demócratas haría bien en ir más allá de las circunstancias de estas elecciones y en buscar respuestas a largo plazo al malestar que se expresa en el voto ultra. Francia necesita un frente republicano, pero no solo para el próximo domingo sino para los años venideros. Un frente que desactive los motivos para votar a Le Pen.

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