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Columna
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Invitadas de más de 50

En una boda, una mujer de más de 50 puede ser la madre, la hija, o la novia propiamente dicha, e igual las señoras estamos hasta ahí mismo de que nos clasifiquen por añadas como si fuéramos ganado

Meryl Streep, en una entrega de premios en Los Ángeles, el lunes.
Meryl Streep, en una entrega de premios en Los Ángeles, el lunes.Michael Buckner (Billboard via Getty Images)
Luz Sánchez-Mellado

Me han invitado a una boda hiperpija, de esas de asistencia obligatoria, y me han hecho el año. Aquí y ahora, una boda de compromiso es una putada como pocas y bastante más cara que muchas otras, dentro de esas problemáticas del primer mundo con que nos tiene distraídos el sistema para que no nos rebelemos exigiendo lo importante. Total, que aquí me tienes, haciendo cuentas y devanándome los sesos. A los 300 pavos del óbolo de rigor para contribuir al menú de ocho platos y el circo de diez pistas organizado por los novios con fines recaudatorios para su luna de miel en las antípodas, hay que añadir tu viaje y tu noche de hotel en el marco incomparable de marras; tu maquillaje y peluquería, y tu modelito para no desentonar con la flora y la fauna del convite, que una es muy rebelde de boquilla, pero tiene su amor propio. Menos mal que la revista Elle vino en mi auxilio.

“Meryl Streep lleva el escote ideal para mujeres de más de 50 años que buscan vestidos de madre invitada”, rezaba la alerta que me saltó ayer al móvil, y, por lo que sea, me sentí a la vez indignada y concernida. Que dices tú: con más de 50 palos, en una boda, una mujer puede ser la madre, la hija, la amante o la novia propiamente dicha, y cada una se pone el escote que le da la gana tenga los años que tenga. Vale. El caso es que pinché el enlace y le fiché el modelazo a Meryl, por si las dudas. Conste que menciono el medio, no por señalar a la competencia, dado que, en esta casa, publicamos cosas parecidas, sino porque soy puro público objetivo y el algoritmo, que me conoce mejor que mi ginecóloga, me bombardea con engañabobas y sacacuartos de ese estilo constantemente. Diez cortes de pelo para mujeres de más de 50. Seis pantalones que hacen tipazo pasado el medio siglo. Hasta lencería para menopáusicas, con tejido inodoro e ignífugo, se supone que para no te huelan la data ni salir ardiendo con los sofocos, tengo vistas en alguna firma. En fin. Diréis que suspiro por la herida. No lo niego. Pero igual las señoras estamos hasta ahí mismo de que nos estabulen y clasifiquen por añadas como al ganado. A los señores no se lo hacen, y yo que me alegro. Si se lo hicieran, no les venderían ni Viagra. Y os dejo, que me acaloro. Menos mal que en la boda seguro que regalan abanicos y alpargatas a las señoras y podré airearme el canalillo y bajarme de los taconazos que le voy a copiar a Meryl. Diosa.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.
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