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Columna
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Bienvenido Mr. Microsoft

La Comunidad de Madrid concentra el 90% de los centros de datos en España. Los vecinos de la ciudad deberían poder decidir si quieren compartir recursos con un negocio con un impacto tan alto y directo sobre el precio de la energía, el acceso al agua y la temperatura de sus barrios

Una ingeniero en un centro de datos.
Una ingeniero en un centro de datos.Getty Images
Marta Peirano

Nuestro continente está experimentando una fuerte expansión de los llamados hiperescaladores (Amazon Web Services, Microsoft Azure y Google Cloud). En consecuencia, la red de cables submarinos de fibra óptica también está creciendo, con medio millón de kilómetros nuevos de cable proyectados para 2025. Los chips y unidades de procesamiento central diseñados para la IA consumen tres veces más energía que la generación anterior, con más densidad de potencia por rack computacional, y más demanda de frío. Se estima que en esta década dedicaremos el 8% de toda la energía mundial a sostener la nube. Hay quien dice que se quedará sin combustible antes de terminar.

“No somos conscientes de la cantidad de energía que requiere esta tecnología” dijo Sam Altman, presidente de OpenAI, en el último Davos. Si bien es cierto, no es porque no queramos, no preguntemos o sea extraordinariamente difícil calcular lo que gasta una instalación de estas características, especialmente cuando ya hay modelos funcionando. Es porque no nos lo quieren decir y nadie les obliga.

Microsoft va a gastarse 2.100 millones de dólares en data centers en España y otros 3.400 millones de dólares en Alemania. Son sólo dos de los 17 países europeos en los que va a expandir su red. Microsoft sabe cuánto le va a costar la factura eléctrica en cada uno de esos lugares porque el cálculo de costes incluye los gastos de mantenimiento de una planta. Que no nos lo digan no significa que no lo sepan. Nosotros no lo sabemos, pero sabemos que subirá la temperatura, la contaminación y el precio de la energía para todos, incluyendo granjas, oficinas, hospitales, fábricas y hogares.

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Otra cosa que ignoramos es cuánta agua consumirá. Pero sabemos que requieren torres de enfriamiento y mecanismos de aire que evaporan hasta nueve litros de agua por cada kWh de energía utilizada. Antes de terminar de entrenar ChatGPT-4, en julio de 2023, el clúster de centros de datos de OpenAI en Iowa se bebió el 6% del agua del distrito. Para entrenar a Bard y Bing, sus respectivos modelos del lenguaje, Google y Microsoft aumentaron su consumo de agua un 20% y un 34%, respectivamente. Microsoft dijo que su planta en Países Bajos consumiría entre 12 y 20 millones de litros anuales. Los medios locales dicen que supera los 80 millones al año. Según la Iniciativa de Gobernanza del Agua de la OCDE, en 2027 la demanda global de IA podría estar entre los 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos, más que el total anual de cuatro a seis Dinamarcas o la mitad del Reino Unido. Los hiperescaladores compiten por la misma agua que consumimos todos y todo lo demás.

La Comunidad de Madrid concentra el 90% de los centros de datos en España, repartidos en localidades del norte como Alcobendas, Alcalá de Henares, San Sebastián de los Reyes, Tres Cantos y otras más pequeñas como Algete o Meco. Los vecinos deberían poder decidir si quieren compartir recursos con un negocio con un impacto tan alto y directo sobre el precio de la energía, el acceso al agua y la temperatura de sus barrios. Ni siquiera sabemos qué garantías ofrece en la gestión de los datos y la impredecibilidad de modelos predictivos que ni siquiera diferencian la realidad de la ficción. Los ciudadanos españoles no podemos no ser administrados por la administración, pero, aunque cada vez es más difícil, todavía tenemos derecho a no querer ser gestionados por empresas extractivas y extranjeras como Amazon, Microsoft u OpenAI.

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