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Anatomía de Twitter
Columna
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PP y PSOE, aprendan de Bildu

Los abertzales compaginan la política en Madrid con el apoyo de los presos de ETA en Euskadi. Las víctimas, en cambio, se sienten solas

Una imagen del filme Bilbao Song en el momento en el que figuran en escena Julen Madariaga, uno de los fundadores de ETA, y los payasos Pirritx eta Porrotx.
Una imagen del filme Bilbao Song en el momento en el que figuran en escena Julen Madariaga, uno de los fundadores de ETA, y los payasos Pirritx eta Porrotx.Luis Alberto García

Ya que esta columna va de Twitter, o de X, empecemos con un tuit. De Pablo Iglesias, por ejemplo, que tiene 2,7 millones de seguidores y que, la mañana del martes, puso un tuit que decía: “A las que fueron las ministras más atacadas y acosadas del Gobierno, los periodistas parlamentarios las nominan como azote del Gobierno. La mayor violencia no viene de la ultraderecha, viene de un periodismo delincuente y corrupto que se siente impune y que no tiene límites”. A continuación, el fundador de Podemos reproduce una captura de pantalla en la que aparecen los diputados que, según la Asociación de Periodistas Parlamentarios, se merecen una distinción, ya sea por su buena labia o por lo contrario. Y, efectivamente, allí aparecen Ione Belarra e Irene Montero disputando a Cuca Gamarra y a Alberto Núñez Feijóo el mérito de haberse convertido durante el último año en una pesadilla para Pedro Sánchez y los suyos. Es lógico que, tal y como están las cosas en su partido, a Iglesias no le haga gracia la guasa de los periodistas parlamentarios, pero más allá de eso —y una vez leída la lista de los nominados— me ha llamado la atención otra cosa.

En la referida lista, hay tres categorías, las tres positivas, en las que un diputado o diputada de EH Bildu opta a un galardón. Oskar Matute disputa el premio a mejor orador; Mertxe Aizpurua compite por el de mejor relación con la prensa, y Jon Iñarritu opta a mejor diputado 2.0. Por si quieren saber adónde quiero llegar, se lo cuento enseguida. A muchos —y no me excluiría de esa lista— les sigue dando cierto repelús contemplar cómo una coalición construida en torno a Sortu —esto es, sucesores directos de Herri Batasuna, el brazo político de ETA— se haya convertido, tan poco tiempo después del fin de una banda terrorista que asesinó durante 40 años a más de 850 personas, en un actor principal de la política española. Pero no hay que olvidar que la democracia —a través del entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba— puso en 2010 a la coalición abertzale frente a un dilema: “O bombas o votos”. Y el caso es que, ya fuera por convencimiento propio o porque la Policía y la Guardia Civil tenían a ETA contra las cuerdas, la respuesta fue la que ya conocen. La banda terrorista anunció el alto el fuego y EH Bildu decidió participar en la política española hasta el punto de que no solo aprueba leyes importantes para el conjunto de la población y sostiene al Gobierno, sino que le ha quitado al PNV la franquicia de recaudadores oficiales de Euskadi en Madrid. Esto, más un cambio estético y un oportuno relevo generacional —aunque siempre bajo el tutelaje de Arnaldo Otegi—, los ha convertido por primera vez en serios aspirantes al Gobierno vasco.

Llegados a este punto, se preguntarán: ¿qué tiene que enseñarle Bildu al PP y al PSOE? La respuesta es sencilla: la coalición abertzale no ha olvidado a los suyos. Mientras hace política en Madrid —sin aspavientos ni guerras absurdas en Twitter—, en Euskadi se manifiesta en apoyo a los presos de ETA, les organiza homenajes en las fiestas de los pueblos y hasta tolera que los payasos más famosos del País Vasco —Pirritx, Porrotx eta Marimotots— graben un vídeo a favor de los presos en el que participan niños junto a un terrorista que cumplió 12 años de condena en Francia. Lo peor de todo es que son las propias víctimas, a través de Covite o de la Fundación Fernando Buesa, las únicas que alzan la voz para advertir del “desprecio a quienes sufrieron el terrorismo y tienen derecho a la justicia”.

Es triste —¿verdad, PP, verdad PSOE?— que las víctimas estén tan solas y los terroristas, tan bien acompañados.

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