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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Salud pública sin fronteras

El brote de viruela del mono ofrece lecciones valiosas sobre la gestión europea de los riesgos para la salud pública que serán importantes en el futuro

Un letrero anuncia la disponibilidad de vacunas gratuitas contra la viruela del mono en una clínica móvil de Galveston, Texas, en septiembre de 2022.
Un letrero anuncia la disponibilidad de vacunas gratuitas contra la viruela del mono en una clínica móvil de Galveston, Texas, en septiembre de 2022.Marie D. De Jesus (Houston Chronicle / Getty)
El País

El brote de viruela del mono (monkeypox, o mpox) que se propagó por 115 países el año pasado palidece en comparación con la pandemia de covid que puso el planeta patas arriba y acabó matando a 15 millones de personas. Desde enero de 2022, la mpox solo ha causado 90.000 contagios y 160 muertes, la mayoría en el continente americano. Los tres países con más casos acumulados son Estados Unidos (31.000), Brasil (11.000) y España (8.000).

Es cierto que en septiembre hubo un ligero incremento en Europa, posiblemente debido al aumento de los contactos en los festivales de verano, y que el virus sigue circulando por la mayoría del planeta, pero también lo es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha reducido el ritmo de sus informes de semanal a mensual, y que pocos expertos parecen preocupados por el asunto. El brote ofrece, pese a todo, lecciones valiosas sobre la gestión europea de los riesgos para la salud pública. Serán importantes en el futuro.

A principios de este año, el gran dilema era eliminar el virus o dejarlo circular. Los argumentos para eliminarlo eran de naturaleza técnica. El principal es que permitir que el virus siga circulando le da más oportunidades para adaptarse a los humanos y propagarse con mayor eficacia. La actual versión de la viruela del mono, de hecho, exhibe indicios de esa adaptación, lo que seguramente le ha ayudado a extenderse más ampliamente que variedades anteriores.

Pero eliminar el virus requiere adoptar medidas drásticas de notificación de casos, cuarentenas de los positivos y cierres de locales. Aún recientes los ecos de la covid, ni un solo responsable europeo está por esa labor y así, se ha sabido esta semana, lo expresaron en febrero en una reunión del consejo asesor del Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC por sus siglas en inglés). Este organismo quiere ser el homólogo de los estadounidenses CDC (Centers for Disease Control), pero no solo incluye a científicos, sino también a los gestores de la salud pública de cada país miembro, que dependen de sus ministerios de Sanidad.

El representante de Dinamarca dijo allí que la eliminación no era factible, y que la mpox pasaría a ser una enfermedad más de transmisión sexual. La de Eslovenia consideró difíciles de cumplir las medidas requeridas para la erradicación del virus. La de Francia estuvo de acuerdo y denunció que las vacunas tenían cada vez menos demanda. El de Países Bajos defendió la adquisición de inmunidad por infección, dada la baja letalidad del virus. El de España no asistió.

Pese a estar inspirado en los prestigiosos CDC de Estados Unidos, el ECDC no disfruta de tanta independencia científica como aquellos. La discusión en estos organismos es necesaria, pero no debería basarse en criterios nacionales. Los virus son materia paneuropea.


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