¿Quién educa?
No veo a un español de hoy contento por haber encontrado la huella de su país en un adminículo útil en el extranjero: seguro que esa familiaridad le haría menospreciarlo
El otro día bajé temprano a desayunar en mi hotel de Londres, la mejor prestación gastronómica de los británicos. En la máquina del café cogí una taza y como en ese momento llegaba un señor mayor de noble porte le ofrecí otra, la única que quedaba. Mientras se llenaba la mía, él examinó la suya y sonriendo con satisfacción me mostró el membrete: “Made in France”. Después dijo, como quien confiesa una travesura: “Je suis français”. Ese sencillo homenaje a través del más humilde objeto a la comunidad de intereses, recuerdos y esperanzas que llamamos patria no brota de la nada ni cae del cielo: se cultiva con la educación en el amor propio bien entendido. Aquel señor debía ser de mi edad y sin duda fue educado en la escuela laica y republicana que tantos hemos envidiado. Pero se formó no sólo en la institución sino también en la familia, lo cual es una gran suerte e insustituible porque uno puede reformar las aulas pero no crear padres y madres. Sinceramente, no veo a un español de hoy contento por haber encontrado la huella de su país en un adminículo útil en el extranjero: seguro que esa familiaridad le haría menospreciarlo…
Tras el atentado del Bataclan se creó un fichero para prevenir la radicalización islámica que incluye unas seis mil personas. Sólo el 8% eran extranjeros, el 92% restante habían nacido y fueron educados en Francia. ¿En qué escuelas? Ya van varios docentes asesinados por defender los valores tradicionales. ¿En qué familias? Y si eso ocurre en un país que tiene —¿tuvo?— una educación pública mimada, ¿qué ocurrirá entre nosotros? Ya ven el coro de entusiastas de Hamás y odiadores de la cultura judeocristiana europea que nos rodea. Incluso el pintoresco Papa que corretea por ahí parece un antisistema del grupo de Puebla. Y de España mejor no hablar, porque es signo de fascismo mencionarla sin escupir después.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.