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Cartas a la Directora
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Cuidemos nuestros mares

Los lectores escriben sobre la necesidad de preservar el medioambiente, la polarización política y sobre la homologación de títulos universitarios en España

Dos personas miran el mar en Valencia.
Dos personas miran el mar en Valencia.Rober Solsona (Europa Press)

Hace unos días leí la frase: “El mar todo lo cura”. No solo porque el agua salada escueza, y el dolor, según dice la tradición, significa que está curando. A muchos el mar nos sana porque significa coger el coche y hacer un viaje largo, de madrugada, parando por momentos a beber café de carretera, con su poso y con su espuma. El mar significa compartir con gente que también sana en el agua, a quien pedirle que te eche crema por la espalda, con quien llevar una bolsa de esparto y un par de libros dentro que devorar en unos pocos días. El mar significa sol, traduce arena. Calienta la sangre y fluidifica las venas. El mar es ducharse por la tarde, retirarse la arena. Es vestirse elegante, y salir la noche entera. El mar es el pescado frito, las gambas de Huelva. El mar es vida, el mar nunca enferma. Por ello, en medio de esta época estival y festivalera, es importante recordar que para que el mar siga sanando, debemos cuidarlo como si hoy ya fuera tarde. Proteger lo que tenemos nos hace maduros.

Juan Sánchez Cano. Madrid

Discurso y confesión

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Me preocupa la estabilidad de la convivencia parlamentaria y democrática cuando escucho, un día sí y otro también, tantos mensajes que intoxican y confunden la opinión de la ciudadanía. Quienes los propagan saben perfectamente cuáles son las reglas que regulan los gobiernos que surgen de mayorías parlamentarias, pero insisten en intentar manipular la realidad y apelar en lugar de esperar a que los apelen para gobernar, si fuese el caso. Basta de proclamas, falsos testimonios y mentiras. Siendo buenos feligreses deben estar ocasionando trabajo extra en muchos confesionarios.

Ángel Andrés Villuendas. Barcelona

Desastre burocrático

Hace tres años, presenté mi solicitud para la homologación de mi máster en educación obtenido en el Reino Unido, con la ilusión de ejercer como profesora de inglés, español y francés aquí en España, mi país de nacimiento. Supuestamente, este proceso llevaría seis meses según el Ministerio de Universidades, pero no ha sido así. Esta solicitud, que aunque parezca un formulario más en realidad vale mi vida profesional y mis medios de mantener a mi familia, por desgracia se pierde en un mar de solicitudes que se van acumulando mes tras mes en un desastre burocrático confuso que para nuestra vergüenza no ha cambiado desde que en 1833 Larra lo denunciara en Vuelva Usted Mañana. Empieza pronto un nuevo curso académico y, aunque mi ilusión es la misma, mis oportunidades laborales por desgracia, no.

Fátima Martín Barragán. Valencia

Preguntas

¿Cómo reaccionaríamos si en la calle, en nuestro trabajo, en el autobús, donde sea, viéramos a dos personas llenas de mala educación y agresividad enzarzadas a diario en un intercambio continuo de insultos, mezquindades, mentiras y bajezas, con ánimo de desprestigiar y destrozar la dignidad de la persona con la que se discute y cuanto más exageradamente, mejor? ¿Y qué diríamos si, además, hubiera un coro de palmeros celebrando cada golpe bajo? ¿No nos llevaríamos las manos a la cabeza ante tal despliegue de violencia verbal, de falta de humanidad? ¿Qué dice de nosotros como sociedad que vivamos esa situación entre quienes elegimos como nuestros representantes y no los saquemos de la vida pública?

Fernando Valiño García. Madrid


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