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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Meloni contra los pobres

El Gobierno italiano elimina la renta básica para cientos de miles de personas con la complicidad de La Liga, que ayudó a instaurarla

Giorgia Meloni intervenía el 18 de junio en la sede del Cámara de Diputados, en Roma.
Giorgia Meloni intervenía el 18 de junio en la sede del Cámara de Diputados, en Roma.FABIO FRUSTACI (EFE)
El País

Alrededor de 160.000 familias italianas han recibido en pleno verano un mensaje de texto que les informa de que perderán la que probablemente es su única vía de ingresos: la llamada Renta Ciudadana, un subsidio estatal para familias en situación de pobreza que entró en vigor en 2019. Otros 80.000 mensajes irán ampliando el drama a otras tantas familias en agosto. Cerca de un millón de hogares formados por 2,1 millones de personas reciben la renta básica cuatro años después de su implantación por el Gobierno de corte populista que formaron La Liga y el Movimiento 5 Estrellas, que hizo de esta medida una de sus grandes promesas. Hoy es otro Gobierno también participado por La Liga, pero bajo el liderazgo de la ultraderecha de Giorgia Meloni, el que corta esta vía de ingresos que tiene la mayoría de sus beneficiarios en el sur de Italia, un país con una enorme brecha de riqueza, un norte rico e industrioso y un sur que no consigue revertir esa desigualdad.

La Renta Ciudadana es un subsidio de duración indefinida para personas de bajos recursos hasta que encuentren trabajo. En un país con escaso margen fiscal, le cuesta al Estado italiano unos 8.000 millones al año; 28.000 millones desde su entrada en vigor. Meloni ha hecho del fin de la renta básica, que ha calificado de “metadona del Estado”, uno de sus principales caballos de batalla ideológicos. Comenzó a restringir las condiciones para percibirla al poco de tomar posesión, en octubre. La Renta Ciudadana, según los planes del Gobierno, será sustituida por otro subsidio más restrictivo donde la condición principal, además de la pobreza, será convivir con personas dependientes a cargo.

La inflación ha provocado en Italia, como en la mayor parte de Europa, una enorme pérdida de poder adquisitivo, que afecta aún más a los trabajadores peor pagados. Italia, además, carece de salario mínimo. En ese contexto se entienden las protestas de la izquierda, que habla de “guerra contra los pobres”, y las manifestaciones espontáneas contra el Gobierno en el sur. La caricatura que Meloni hace de los subsidios va más allá de los números: revela un intento de señalar culpables de las dificultades económicas sacado del manual básico de la extrema derecha, como ocurre con la criminalización de la inmigración. Existe un debate legítimo alrededor de la renta mínima, presente con distintos nombres y fórmulas en otros países europeos. La de Italia tuvo desde el principio el aroma populista del partido que lo impulsaba. Pero una vez activado, y dada su importancia para la supervivencia digna de miles de familias, eliminarlo de un plumazo es jugar irresponsablemente con la vida y las expectativas a muy corto plazo de los más humildes. Meloni gobierna una economía que no despega, con una inflación que no afloja (6,4% en julio) y dificultades para gestionar los fondos de la UE. Nada de eso va a mejorar castigando a los pobres de Italia.

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