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Columna
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La imagen que Lula ha negado a Raoni

Al no corresponder al gesto del mayor líder indígena en Brasil, el presidente da señas del alcance de la presión del Congreso antiindígena

Lula da Silva junto a Raoni Metuktire en Brasilia en abril.
Lula da Silva junto a Raoni Metuktire en Brasilia en abril.Eraldo Peres (AP)
Eliane Brum

En política, los gestos importan. Entre el 24 y 28 de julio, el mes más caluroso registrado en el planeta en 120.000 años, el mayor líder indígena en Brasil, Raoni Metuktire, recibió en la Amazonia, en la aldea de su pueblo, los mebêngôkre-kayapó, a representantes de 54 pueblos originarios de los seis biomas del país. Habían respondido a la convocatoria de una “reunión de los líderes guardianes de la madre Tierra”, una demostración de unidad en el primer año de Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Y también una prueba para saber si el político, en su tercer mandato, es sincero con relación a la protección de la mayor selva tropical del mundo y sus pueblos.

El 1 de enero, en la toma de posesión de Lula, Raoni subió la rampa del Palacio del Planalto con el presidente, una señal de apoyo bastante difícil para el anciano. En el segundo mandato de Lula (2007-2010), Raoni y la mayoría de los líderes indígenas se sintieron traicionados cuando el entonces presidente decidió construir la desastrosa central hidroeléctrica de Belo Monte, a pesar de todas las protestas de los pueblos de la selva amazónica. Fue un voto de confianza. Uno más. Cuidadosamente planeada, la imagen de Raoni y Lula, junto a otros representantes de minorías masacradas durante el gobierno de su antecesor, se hizo para mostrar que el país brutalizado por el extremista de derecha Jair Bolsonaro, volvía no solo a la democracia, sino a la civilidad.

Lula, sin embargo, no le retribuyó el gesto. El 26 de julio el presidente se sometió a un procedimiento paliativo para aliviar el dolor de cadera que le causa la artrosis. Está previsto que a finales de año se someta a una intervención quirúrgica para solucionar el problema. Como explicó el propio Lula, hace tiempo que convive con el dolor. Pero eligió justo la semana de la reunión histórica de Raoni para realizar el procedimiento.

Es difícil criticar las alegaciones de problemas de salud sin parecer insensible o inhumano, especialmente cuando se trata de un presidente de 77 años. Pero Raoni, que en esa fecha cumplía unos supuestos 91 años —su edad es incierta—, no se lo tragó. El mismo día, le envió el siguiente mensaje: “No soy un niño, somos de la misma generación, somos adultos, antes de que seamos demasiado viejos tenemos que hablar de las tierras indígenas para que los mineros y los madereros no las invadan. Por eso tienes que venir”.

Pero Lula ni fue ni envió a ninguno de sus ministros no indígenas a una aldea a la que se puede llegar en avión. La única era Sonia Guajajara, ministra de los Pueblos Indígenas, una presencia obvia aunque no estuviera en el Gobierno. Todo empeoró cuando, el último día de la reunión, el viernes 28 de julio, Lula publicó en sus redes sociales una foto como padrino de boda del líder del Gobierno en el Congreso, Randolfe Rodrigues. En senador, que se hizo un nombre como político “ecologista”, sorprendió a la mayoría hace unos meses, cuando atacó a la ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático, Marina Silva, y defendió la prospección de petróleo en la desembocadura del Amazonas.

Asediado por un Congreso hostil, compuesto en gran parte por destructores de la naturaleza, Lula dio a Rodrigues la imagen que negó a Raoni. Y solo estamos en la primera mitad del primer año de Gobierno. Significa.

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