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El jefe Raoni, símbolo de la lucha de las comunidades indígenas, ingresado en cuidados intensivos

El cacique brasileño fue trasladado al hospital el sábado después de que la muerte de su esposa, hace un mes, lo sumiera en una profunda depresión

El líder indígena Raoni Metuktire, el pasado mes de enero.
El líder indígena Raoni Metuktire, el pasado mes de enero.CARL DE SOUZA (AFP)

El jefe kayapó Raoni Metuktire, uno de los más emblemáticos líderes indígenas del mundo, está ingresado en una unidad de cuidados intensivos en la ciudad de Sinop, en el Estado de Mato Grosso, con complicaciones gastrointestinales y deshidratación, además de síntomas de debilidad y falta de aire. Raoni, que tiene unos 90 años —se desconoce cuándo nació—, ya estaba hospitalizado en Colíder, un municipio del mismo Estado, y fue trasladado en avión el sábado después de que su estado de salud empeorara. Según una nota del Instituto Raoni, publicada este domingo, el líder está estable tras haber recibido una transfusión de sangre y se está sometiendo a pruebas. Se sospecha que pueda tener una hemorragia digestiva de naturaleza todavía indeterminada.

Personas cercanas a Raoni confirmaron a EL PAÍS que el líder está deprimido desde hace un mes, ya que perdió a su esposa, Bekwyjka Metuktire, de 90 años, víctima de la covid-19. Estuvieron juntos durante ocho décadas y tuvieron ocho hijos. El jefe indígena dio negativo en las pruebas para detectar el coronavirus.

Raoni vive en el Parque Nacional del Xingú y se hizo conocido internacionalmente a finales de los ochenta por la defensa de los pueblos indígenas y la lucha contra la construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte, en el Estado de Pará. En aquella época, con la ayuda del cantante Sting, el líder indígena comenzó una caravana que pasó por 17 países pidiendo ayuda para la causa y contra la deforestación.

El año pasado, volvió a viajar por Europa, se reunió con gobernantes y autoridades como el papa Francisco y participó en eventos como el Festival de Cannes y la marcha por el clima en Bruselas. La exposición le valió la condena del presidente Jair Bolsonaro en su discurso de apertura ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre. “La visión de un líder indígena no representa la de todos los indios brasileños. A menudo, algunos de estos líderes, como el jefe Raoni, son utilizados por Gobiernos extranjeros en su guerra de información para promover sus intereses en la Amazonia”, afirmó el presidente.

En agosto, Raoni lamentó públicamente que Bolsonaro no quisiera reunirse con él. Meses después, en una entrevista a EL PAÍS, declaró que ya no le interesaba hablar con el presidente. “Hablaría con otro representante del Gobierno, alguien que lo reemplazara. Pero con Bolsonaro no quiero hablar”, dijo el jefe, que hace años decidió comunicarse solo en el idioma kayapó, a pesar de hablar también portugués.

En enero de este año, el jefe reunió a 600 líderes de 45 pueblos indígenas brasileños, que firmaron un compromiso para defender sus derechos y denunciar lo que denominaron “el proyecto político del Gobierno brasileño de genocidio, etnocidio y ecocidio”, con críticas directas al presidente. “Las amenazas y el discurso de odio del Gobierno actual están promoviendo la violencia contra los pueblos indígenas, el asesinato de nuestros líderes y la invasión de nuestras tierras”, decía el texto del manifiesto. “El actual presidente de la República está amenazando nuestros derechos, nuestra salud, nuestro territorio”, corroboraron los líderes, refiriéndose a un plan para autorizar la explotación minera y agropecuaria en tierras indígenas —protegidas constitucionalmente— e iniciativas como el ferrocarril Ferrogrão, que se construirá en la región de las cuencas de los ríos Xingú y Tapajós.

En esa entrevista a EL PAÍS, concedida en noviembre, Raoni habló de la importancia de su activismo en el extranjero. “A lo largo de mi vida, he pronunciado muchos discursos y he hablado con muchos líderes políticos de todo el mundo. Es en el exterior donde tenemos que controlar el problema. Porque son las personas de allí las que vienen con dinero para invertir aquí, para construir represas, grandes cosas”, declaró el jefe, que llegó a ser uno de los favoritos para recibir el Premio Nobel de la Paz el año pasado. “Me preocupa lo que sucede hoy, la gente está deforestando cada vez más para plantar. Y lo están haciendo muy en serio, con fuego. Creo que estas personas ya tienen sus terrenos para emprender, deberían continuar utilizando lo que ya tienen, sin destruir más la selva”.

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