Quejosos
Si no fuese por el poder que da ahora la mentira tendríamos que aguantar una patria llena de armas y una nueva Sección Femenina
La verdad es que nos quejamos de vicio. Nos metemos con los bulos, denunciamos las mentiras que se repiten, criticamos a los periódicos que convierten su portada en un estercolero, cuestionamos la búsqueda de impactos a través de titulares malintencionados y advertimos los peligros que suponen las redes con su gazpacho de insultos, paparruchadas y embelecos. Esto siempre ha sido así y el mundo sobrevive, aunque a veces tenga que soportar el capricho de los emperadores y de sus sacerdotes. Además, hay un valor democrático en el uso actual de las mentiras. Antes hacían falta siglos para fomentar una leyenda religiosa o grandes poderes mediáticos que dominaran la opinión social. Hoy cualquiera puede fundar una superstición comunicativa en cinco minutos. Y es bueno sentirse creyente en época de incertidumbre.
Así que no seamos quejicas, valoremos los beneficios de este panorama mediático dominado por la embustería. Tomé conciencia de los beneficios del bulo al leer esta frase de Maquiavelo: “Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira”. En un país como España, acostumbrado a las asonadas, los golpes de Estado y las matanzas, el bulo y las nuevas posibilidades tecnológicas de la mentira están cumpliendo una labor social encomiable.
También nos explicó Maquiavelo que un hombre olvida antes la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio. Que los grandes patrimonios puedan defenderse ahora a través de las mentiras, sin necesidad del empleo de las armas, es una suerte. Comprendo que resulta molesto escuchar lo que se dice en la prensa y en las tribunas políticas sobre España, el Gobierno, la situación económica y el feminismo. Pero no se quejen, porque ya los vamos conociendo. Si no fuese por el poder que da ahora la mentira tendríamos que aguantar una patria llena de armas y una nueva Sección Femenina.
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