Todas las elecciones hablan de mí
Miles de españoles votaron masivamente contra Pedro Sánchez en las elecciones autonómicas y municipales, pero el presidente del Gobierno ha decidido darles una segunda oportunidad
Miles de españoles votaron masivamente contra Pedro Sánchez en las elecciones autonómicas y municipales, pero el presidente del Gobierno ha decidido darles una segunda oportunidad. Muchos comentaristas han subrayado la proverbial audacia del líder del PSOE, pero no han reivindicado la generosidad con que les ofrece una posibilidad de enmienda. El sacrificio es grande: 59 proyectos de ley se quedan sin aprobar, según Civio; serían importantes, pero menos que la salvación del presidente. También ha perdido relevancia la presidencia europea, con lo que prometía. A cambio, Sánchez presiona al espacio neurótico de “la izquierda de la izquierda” y se ahorra seis meses de gente muy nerviosa en su partido, inquieta por otras audaces decisiones que les pueden dejar sin trabajo. Evita que el PP aproveche ese tiempo de desgaste; espera que las negociaciones con Vox lo debiliten.
El asunto debería inspirar cierta humildad epistémica: nadie sabe nada. La decisión del presidente pilló por sorpresa a los comentaristas: nos pasamos el día hablando de lo mismo y no vemos delante de nuestras narices. Un nutrido equipo de asesores, analistas y propagandistas gubernamentales —sin contar con el Centro de Investigaciones Sociológicas, un organismo público colonizado que ahora sirve para generar propaganda y chistes— comete sistemáticamente errores en las campañas electorales. Entre sus métodos preferidos están inflar a Vox, invocar el miedo o polarizar: no ha funcionado estratégicamente, y en lo normativo mejor ni entrar. Ahora esa agitación destructiva parece el único argumento. Pero el truco se ha usado y ha fallado demasiadas veces, y los límites de su credibilidad se ven en que ya ni se enuncia la posibilidad de que el PSOE deje gobernar al PP para evitar la presencia de Vox. El argumento es puro teatro y los extremos atrezo del nuevo bipartidismo. En la última campaña se distrajo lo local con lo nacional y ahora se incide en lo plebiscitario, un marco en el que el PP entra felizmente: qué tiempos aquellos en los que se hablaba del populismo y sus elecciones binarias. La convicción del presidente de que todas las elecciones hablan de él ha costado cara a candidatos de su partido en comunidades y ayuntamientos. Esta maniobra personalista —repetir, porque él es el problema y también la solución— refleja oportunismo y osadía. Si sale mal, no perderá solo él. Dejará su partido arrasado. @gascondaniel
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.