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Tribuna
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Momento Feijóo, sin inteligencia artificial

Pedro Sánchez ha recuperado la iniciativa y desde la convocatoria de elecciones generales la presión está en el campo del PP y en lo que decida su líder sin más auxilio que su instinto

DVD1162 (29/05/2023). RP Feijoo en Génova. Álvaro GarcíaFoto: Álvaro García | Vídeo: EPV
José María Lassalle

Ayer, Pedro Sánchez hizo lo que una inteligencia artificial (IA) nunca hubiera hecho si se le hubiera preguntado al respecto: ser imprevisible. Además, abordó la decisión en un contexto de absoluta incertidumbre, demostrando que ante situaciones tan complejas los humanos seguimos siendo insustituibles. A pesar de los avances de la IA, situaciones como estas demuestran que somos centrales a la hora de identificar dónde está la intersección imaginativa que concilia los intereses partidistas con los generales. Un reto que ha permitido a Sánchez en menos de 24 horas pasar página a los titulares del lunes y colocar el foco político y mediático sobre su contrincante. De este modo, ha provocado una escenario de tensión electoral máximo que mitiga la victoria del PP y apela a todos los ciudadanos sobre la decisión que tomaron el domingo. ¿Volveréis a hacer lo mismo el 23-J?, nos ha preguntado y, a continuación, ha puesto en marcha el cronómetro electoral y nos ha dejado en silencio.

Con esta estrategia tan temeraria como audaz, Sánchez ha recuperado la iniciativa y ha sorprendido a su rival. Ha confirmado que las autonómicas y municipales eran las primarias de las generales y que estas son la segunda vuelta de las primeras. La derrota electoral tan contundente del domingo ha precipitado lo que estaba, quizá, en su cabeza de jugador político. Ahora ya no hay caretas. Juega a la ruleta rusa y ha puesto a Feijóo frente a una trampa de elefantes. ¿Qué harás ahora?, le ha dicho al líder de los populares. ¿Formarás gobierno con Vox en los ayuntamientos y autonomías en donde necesitas sus votos? ¿Ese será el mensaje que darás ante la segunda vuelta de las generales del 23-J? ¿O rehusarás gobernar con Vox y te expondrás a su enfado y a la crítica de quienes te reprocharán la decisión?

Desde ayer la presión está en el campo del PP y, a su manera, de Unidas Podemos y Sumar, pero esa es otra historia. Concretamente la presión de verdad, la que no deja dormir, está en Feijóo. Además, no admite demoras ni tiempo muerto. Alrededor de ella pende el futuro de los alcaldables y presidenciables que salieron de las urnas del 28-M, pero, sobre todo, de quién gobernará nuestro país y en qué condiciones después del próximo 23-J. Sobre él, y solo sobre él, recae la presión interna, mediática y territorial, así como la ansiedad sistémica que opera dentro de la famosa M-30 madrileña. Hay muchos intereses en juego y será difícil tener la imaginación que permita alinearles alrededor de la estrategia a seguir de cara a la segunda vuelta de las generales. En cómo responda a ella, Feijóo se juega el futuro de la mayoría que tuvo el 28-M. Si acierta, la aumentará. Si se equivoca, la perderá. Algo que, todo hay que decirlo, será también una moneda tirada al aire durante el verano más atípico de nuestra historia democrática, pues votaremos con el sol canicular encima y con el reto de formar gobierno en pleno ferragosto. Una combinación explosiva que mezclará altas temperaturas, cansancio, hartazgo, ansiedad y morbo. Lo que salga de las urnas está por ver.

Pero más allá de estas circunstancias, lo crucial ahora está en qué decida Feijóo sin más auxilio que su instinto y su conciencia. Algo que tendrá que hacer basándose en ese sentido común conjetural que la IA trata de imitar, pero que está muy lejos de hacerlo todavía. Aquí están las claves o, mejor dicho, los sesgos éticos sobre los que descansa la superioridad humana, pues, que una máquina acierte o falle no le afecta. Carece de autonomía moral y su conciencia no sufre por el resultado positivo o negativo que se desprenda para ella o terceros. Por el contrario, el ser humano decide y responde de ello. Ante sí mismo y ante los otros. Algo que Sánchez nos ha mostrado como un líder que no duda en disolver las Cortes y desvelarnos su juego, así como sus prioridades guiado por un instinto audaz y una conciencia que descubre muy bien lo que piensa de sí mismo.

Ahora le toca a Feijóo hacer lo propio y no permitir que nadie le arrebate su momento. Es suyo y tiene que demostrar que la foto del pasado domingo es cierta. Que no es un líder de provincias desdibujado por la presión capitalina ni que carece de marca propia. Esta funcionó el 28-M y tiene que convencer de que volverá a hacerlo el 23-J. Para ello tiene que presentarse a las generales sin la sombra de Vox detrás. Debe arriesgar con la coherencia de quien pide una mayoría a los españoles para gobernar sin la extrema derecha. Un riesgo que pasa por no pactar con ella ahora, para demostrar con hechos que no lo hará mañana, mientras reitera una y otra vez que dejará gobernar a quien sea la lista más votada. Algo que una IA tampoco decidirá porque carece de palabra y conciencia, pero que un político que quiera sorprender a un electorado que está harto de palabrería y populismo debería plantearse hacer si quiere convencer de que merece una mayoría.

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