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Vox | Abascal busca un pacto nacional con Feijóo para gobernar autonomías y ayuntamientos

Vox quiere negociar con el PP un acuerdo que afecte a todas las instituciones en juego en vez de hacerlo en cada territorio

Miguel González
El presidente de Vox, Santiago Abascal, en el mitin de cierre de campaña de su partido, el viernes en Toledo.
El presidente de Vox, Santiago Abascal, en el mitin de cierre de campaña de su partido, el viernes en Toledo.Ismael Herrero (EFE)

Vox quiere negociar a nivel nacional con el PP el gobierno de todos los ayuntamientos y las 12 comunidades autónomas que este domingo celebran elecciones en vez de hacerlo por separado en cada una de las instituciones en juego, según fuentes de dicho partido. A semejanza del pacto que el PSOE y el PCE suscribieron tras las primeras elecciones municipales de 1979, se trataría de fijar unas directrices generales que pasarían por excluir cualquier acuerdo con la izquierda, apoyar a la fuerza de derechas más votada en cada lugar y formar gobiernos de coalición allí donde el respaldo de ambos partidos resulte imprescindible.

En su mitin de cierre de campaña, el viernes en Toledo, Santiago Abascal instó al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, a nombrar un interlocutor para negociar con su partido. “¿Con cuál de los 17 PP hablamos? ¿Quién es el interlocutor? ¿Quién está al otro lado? ¿Quién dirige ese barco?”, se preguntó.

La demanda de un pacto de alcance nacional pone en un brete al presidente del PP. Alberto Núñez Feijóo rehúye asociarse públicamente con Abascal y quiere restringir al máximo el alcance territorial de cualquier acuerdo con su partido para que no se vea como el preludio de un Gobierno de coalición de las derechas tras las generales de diciembre, lo contrario de lo que busca Vox.

Abascal se ha pasado la campaña electoral tratando de que el PP acepte a su formación como socio de gobierno en ayuntamientos y comunidades autónomas, pero se ha tropezado con el rechazo displicente cuando no destemplado de muchos barones del PP. Ante la “soberbia” de los populares, según sus palabras, les ha advertido de que no aceptará “ni regalos ni chantajes”; es decir, no les entregará sus votos para frenar a la izquierda si no se cierra un acuerdo antes.

Vox ha diseñado su estrategia electoral buscando hacer presión en aquellos lugares donde su respaldo puede resultar imprescindible al PP para desbancar a la izquierda. Abascal no ha celebrado ni un solo acto en la ciudad de Madrid durante toda la campaña, ni tampoco ha pisado la provincia de Almería, uno de sus mayores graneros de votos, donde adelantó al PP en las elecciones de noviembre de 2019. Dos territorios donde ya gobierna el partido de Feijóo.

En cambio, ha celebrado cuatro mítines en Castilla-La Mancha, donde la suma de PP y Vox amenaza la continuidad del socialista Emiliano García-Page, según las encuestas. También acudió el jueves a Sevilla, la mayor ciudad con alcalde socialista, en la que los votos del partido ultra también pueden ser decisivos.

Vox ha renunciado esta vez a los mítines multitudinarios de anteriores campañas, porque no ha querido o no ha podido. Ha preferido aforos reducidos para dar la imagen de que estaban abarrotados. En Ceuta, donde ganó las elecciones en 2019, eligió el salón de un hotel con capacidad para 350 personas; y en Toledo, un millar de simpatizantes ocuparon la Plaza del Ayuntamiento, cuyo espacio ya limitado redujeron los organizadores con la colocación de sillas. Tampoco Abascal se ha impuesto a sí mismo un ritmo frenético: mientras Feijóo visitó tres provincias el último día de campaña (Albacete, Alicante y Madrid), él se limitó a la capital castellano-manchega.

Vox ya tiene hecho el discurso de la noche electoral: anunciará que es el partido que más ha crecido, lo que se da por descontado, pues en las últimas municipales solo sacó el 2,9% de los votos: siete puntos menos que en las generales de abril y 12 menos que en las legislativas de noviembre de ese mismo año. Para no perder sufragios, Vox ha aumentado en un 260% el número de candidaturas que presentó hace cuatro años, hasta un total de 1.936 en toda España, aunque ha tenido que retirar varias después de que entre sus candidatos aparecieran “algunos quinquis”, en palabras de Abascal, en alusión a la concejal de Parla (Madrid) encarcelada por narcotráfico.

Sus objetivos, sin embargo, son cualitativos y no cuantitativos. El mayor triunfo de Vox sería exportar el modelo de Gobierno de coalición con el PP de Castilla y León a la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha, Aragón, Baleares, La Rioja o Extremadura y a ayuntamientos como el de Sevilla; todos gobernados por el PSOE. Y obligar a cambiar de socio a los gobiernos de Murcia, Ceuta o el Ayuntamiento de Madrid, en manos del PP.

Al final de la campaña, Abascal ha elevado el tono contra Feijóo y le ha avisado de que, si le sigue dando calabazas, su partido buscará su propio camino, prescindiendo de la colaboración con el PP y enfrentándose a él; lo que hasta ahora no ha hecho. “Si el señor Feijóo no rectifica, se convierte en un peligro para la unidad de España y para la prosperidad de los españoles y no se le puede dar la confianza”, le advirtió el viernes.

Para el PP, sin embargo, resulta difícil digerir la alianza con un partido que sigue calificando de “enemigos” a sus adversarios políticos y de “corruptos” a los medios de comunicación que no le son afines, que pide la ilegalización de los partidos separatistas ―entre los que incluye al PNV―, ridiculiza los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, tacha de “corrupción de menores” las charlas de formación sexual en las escuelas y de “psicópatas” a las ministras de Pedro Sánchez. Y que dice que la defensa de El Alcázar durante la guerra civil fue “una de las gestas más importantes de la historia de la humanidad”, como hizo Abascal en Toledo.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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