Atención al ciudadano precaria
Los lectores escriben sobre la falta de presencialidad para los trámites con la administración, la jubilación, los modos de vida y las raíces
A principios de mayo, la OMS decretó el final de la emergencia por la covid-19, aunque desde hace varios meses la incidencia era mínima. Sin embargo, no se ha recuperado la “atención presencial” al ciudadano de antes de la pandemia para realizar cualquier trámite administrativo, gestión o consulta ante la Administración pública o ante cualquier ente que preste servicios. De hecho, muchos de los que se prestaban de manera presencial hasta hace tres años sin necesidad de pedir cita previa brillan por su ausencia y otros han pasado a realizarse exclusivamente por internet. Incluso, la atención telefónica deja mucho que desear. No me cabe la menor duda del enorme avance que ha supuesto el teletrabajo, pero hay servicios que han dejado de prestarse, lo que supone un fuerte retroceso a la atención ciudadana, en particular hacia las personas mayores que son las más vulnerables a las nuevas tecnologías. La provisionalidad de la cita previa y los trámites por internet o por teléfono por la pandemia se han convertido en definitivos.
Javier Cordero Ruiz. Madrid
Jubilación merecida
Mi padre tiene 63 años, 40 cotizados y está subido a un camión de lunes a viernes sin dormir en casa (también algunos sábados). Sus jornadas laborales son agotadoras, sin descansar, comer y cuidarse correctamente. Está cansado, está enfermo. No tiene tiempo ni energías para ejercer de abuelo de su único nieto. Me indigna que ni pueda disfrutarnos ni nosotros disfrutar de él. Me irrita que no pueda conciliar su vida laboral con la personal y que sacrifique tanto para una mísera jubilación. Mi padre, así como otros y otras en su misma situación, merecen poder jubilarse antes. Ya aportaron muchísimo a nuestra sociedad. Ahora, les toca descansar.
Mara Cendón Avellaneda. Teruel
Cigarra u hormiga
Nací y crecí rodeado de hormigas; ordenadas, ahorradoras, previsibles y monótonas. Su forma de vida les producía serena tranquilidad, pocos sobresaltos y escasos riesgos. He conocido cigarras alegres, imprevisibles, gastadoras y desordenadas. Esa forma de vida les genera etapas complicadas, altibajos, pero disfrutan a tope los buenos momentos. En mi madurez, he llegado a la conclusión de que ambas formas de vida tienen sus virtudes y que hay que buscar un equilibrio que te permita tener momentos de alegría alocada aunque conlleve etapas de incertidumbre, y al tiempo mantener un mínimo de orden y racionalidad para poder refugiarte del frío en los temporales. Pues eso, con mis contradicciones, vivo y dejo vivir.
José Bats Olaso. Santander
Mi casa
Se suele decir que uno es de donde vive, pero yo soy de aquí y de allá. Del lugar que me vio nacer, Colombia, y del que me ve crecer, España. Soy una mezcla de don Quijote y Quimbaya. Llevo con orgullo mi bandera tricolor pero me tiembla el pulso cuando el cielo se viste de amarillo y rojo. Amo mi pueblo colorido y me deleito con el folclore de mi tierra, pero me entraña esta ciudad metropolitana aunque amo el flamenco como a mi mamá. Y aunque mi esencia esté a 8.036 kilómetros de aquí, he hecho de Madrid mi casa. Gracias por encontrarme, rescatarme, enseñarme y cuidarme.
Nalu Reyes Beltrán. Madrid
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