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Tribuna
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La disyuntiva internacional de Turquía

Los sondeos apuntan a una ajustada victoria de la oposición en las elecciones del domingo. Si se da el caso, lo más probable es que se experimenten cambios significativos en múltiples frentes

Simpatizantes del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, asisten a su mitin de campaña electoral en Estambul,
Simpatizantes del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, asisten a su mitin de campaña electoral en Estambul,TOLGA BOZOGLU (EFE)

Turquía acude a las urnas el domingo. Las elecciones se celebran en un momento decisivo para el destino de la democracia, la economía y la sociedad turcas en los próximos años. Tras innumerables derrotas durante más de dos décadas, la oposición ha logrado por fin unirse contra el presidente Erdogan. Los sondeos apuntan a una ajustada victoria de la oposición para la presidencia. En cuanto al Parlamento, parece muy probable que ni la oposición ni el bloque gobernante consigan la mayoría de escaños. Y ante estas elecciones, que están lejos de ser ordinarias, una cuestión que se plantea a nivel mundial se refiere a las repercusiones en la política exterior. ¿Qué tipo de política exterior cabe esperar de la coalición opositora si llega al poder? En caso de que gane Erdogan, ¿implicaría esto más de lo mismo en la política exterior turca?

Lo más probable es que la política exterior turca experimente cambios en múltiples frentes si gana la oposición. En cuanto a las relaciones con la Unión Europea, los primeros pasos de la oposición estarán orientados a fomentar la confianza mutua en una relación que se ha erosionado en gran medida durante la última década. Como tal, no se impulsará inmediatamente la revitalización de las conversaciones de adhesión a la UE y también el estancamiento que ya existe en la política de ampliación de la UE. Lo más probable es que se abran conversaciones para la modernización de la unión aduanera UE-Turquía y se realicen los cambios necesarios en el Código Penal turco que exige la liberalización de visados. Una cuestión espinosa podría ser el acuerdo migratorio UE-Turquía. La oposición turca ha expresado su descontento con el acuerdo y ha prometido renegociar con la UE. El candidato presidencial de la oposición, Kemal Kılıçdaroğlu, ha declarado explícitamente que pedirá a la UE ayuda financiera para el retorno a gran escala de refugiados sirios y declarará nulo el acuerdo en caso de que la UE no lo haga. En cuanto a las relaciones entre Turquía y la gran alianza occidental, la oposición promete restaurar la muy erosionada posición de Turquía en la OTAN buscando un equilibrio más transparente y creíble entre Rusia y Occidente. Se espera que la oposición apruebe la adhesión de Suecia a la OTAN, se comprometa a que Turquía vuelva al programa de los F-35 y dé carpetazo a los S-400. El cambio también supondría un tono menos beligerante en política exterior en el Mediterráneo oriental, por el que se opone a la solución de dos Estados en Chipre propuesta por el Gobierno y subraya su apertura a las negociaciones multilaterales. También es probable que prosiga los esfuerzos de normalización del Gobierno con otros países del Mediterráneo oriental y más allá, como Siria, Egipto e Israel.

Los males económicos de Turquía, unidos a su gran dependencia del petróleo y el gas rusos, hacen que el país siga absteniéndose de adoptar las sanciones occidentales contra Rusia. No obstante, el compromiso de la oposición de cambiar la dirección de la política exterior turca de una política personalizada y extremadamente centralizada a otra más transparente y que incluya más a las instituciones estatales y a la sociedad en general implicaría un espacio mucho más estrecho para la intrusión del Gobierno ruso que en la actualidad. No es de extrañar, pues, que el presidente Putin esté apoyando abiertamente una victoria de Erdogan, como demuestra la decisión de Rusia de aplazar los pagos del gas a Turquía hasta 2024.

Así pues, en caso de victoria de la coalición gobernante, el poder y la influencia rusos sobre Turquía aumentarán casi con toda seguridad. Continuará el enfoque puramente transaccional de la política exterior turca, orientado principalmente a lograr la seguridad del régimen y facilitar su supervivencia. Su tensa relación con la UE persistirá, sin avances hacia un compromiso constructivo. Turquía aprobará la adhesión de Suecia a la OTAN a medio plazo, sí, pero su credibilidad en la OTAN no mejorará. Las tensiones en el Mediterráneo oriental con Chipre y Grecia no disminuirían e incluso podrían empeorar con Turquía presionando por una solución de dos Estados en la isla. Se espera que continúen los intentos del Gobierno de normalizar sus relaciones con Siria y otros socios del Mediterráneo oriental, ya que la normalización de las relaciones con Siria también podría facilitar el regreso de algunos refugiados sirios a Siria. Estoy en condiciones de asegurar que una Turquía que continúe siendo gobernada por el AKP y sus socios de coalición de extrema derecha significarán más de lo mismo para la política exterior del país y seguramente para su problemática relación con sus aliados occidentales. Pronto sabremos qué rumbo tomará el país.

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