Salarios y Primero de Mayo
El margen de beneficios de muchas empresas abre la posibilidad de negociar aumentos de sueldos
Los trabajadores españoles han sufrido de forma virulenta el zarpazo de la escalada de precios. Tal y como mostró el último informe de la OCDE sobre la fiscalidad de los salarios, relativo al año 2022, la caída de los sueldos en términos reales se situó en el 5,3%, lo que equivale a uno de los recortes más duros de los países desarrollados. Este Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, se celebra marcado aún por la mayor crisis inflacionaria en cuatro décadas, aunque haya entrado ya en remisión.
La bandera reivindicativa que este año enarbolan los sindicatos es una tríada rotunda y clara: “Subir salarios, bajar los precios, repartir los beneficios”. El lema afecta a los tres vectores que más perjudican hoy al nivel de vida de los trabajadores: el alza de la inflación tras los efectos de la guerra de Ucrania, sobre todo en los precios de la cesta de la compra, pero en el centro del problema sigue el desacuerdo entre sindicatos y empresarios para pactar un aumento salarial que corrija la devaluación salarial. El objetivo de la movilización está centrado en reclamar unos incrementos que reparen la pérdida de poder adquisitivo, sin que de momento las negociaciones con la patronal CEOE permitan adivinar un pacto sobre el marco general mínimo de las directrices para los convenios: ese fundamental instrumento se encuentra aparentemente en vía muerta. Las conversaciones sobre el V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), que en principio debía cubrir el periodo 2022-2024, ya naufragaron el año pasado, sin que haya hoy otra cosa que contactos informales.
La negociación colectiva, sin embargo, se está abriendo paso por su propia cuenta y eso explica en buena medida la paz social que básicamente disfruta España —a excepción del actual conflicto de la justicia— bajo un clima de alta inflación. A escala de empresas y sectores productivos, las partes sí son capaces de llegar a acuerdos. El aumento salarial pactado inicialmente en los convenios firmados o revisados en el primer trimestre de este 2023 superó el 3% por primera vez desde 2008 (un 3,06%), según los datos del Ministerio de Trabajo, y los acuerdos que se formalizaron en dicho periodo suponen una mejora salarial media del 4,82%.
Algunos empresarios quitan hierro al actual parón negociador, pero el establecimiento de un marco general para el país no solo va en interés de los trabajadores. La CEOE y los sindicatos fueron capaces de acordar una importante reforma laboral y no hay motivos, al menos confesables, que expliquen la actual ruptura del diálogo sin plazos conocidos. Ni han sido ni están siendo los salarios el motor de la inflación en Europa. Los trabajadores, sobre todo los españoles, han puesto de su parte el doloroso esfuerzo de contener la espiral de precios, asumiendo relevantes pérdidas de ingresos en términos reales. Las buenas cifras del empleo en España conviven con esa realidad mientras los hogares han recortado el consumo un 1,3% en el primer trimestre por el encarecimiento de la vida y por la incertidumbre económica, en buena parte derivada de la guerra en Ucrania.
La observación del Banco Central Europeo (BCE) sobre el aumento de los márgenes de beneficios de muchas de las empresas introduce otro factor favorable a la negociación, y no ha evitado mencionar el carácter “históricamente excepcional” que ejercen en la inflación. El margen de maniobra existe, pues, para algunas empresas, y es en la cooperación de unos y otros donde reside precisamente el espíritu del tan traído y llevado pacto de rentas.
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