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Tribuna
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Asia necesita paz entre Estados Unidos y China

Los países asiáticos se ven atrapados entre su cooperación con Washington y el poder económico de Pekín, y no logran mediar para evitar la escalada de tensión que es ya casi una nueva Guerra Fría y que les perjudica

El responsable de Exteriores de China, Wang Li, en una reunión de ASEAN, en Laos, en febrero de 2020.
El responsable de Exteriores de China, Wang Li, en una reunión de ASEAN, en Laos, en febrero de 2020.STRINGER (Reuters)
Ramón Pacheco Pardo

El supuesto globo espía chino capturado por Estados Unidos y la subsiguiente cancelación de la visita a China del secretario de Estado, Antony Blinken, demuestran lo difícil que va a ser reconducir las relaciones entre las dos superpotencias. La reunión entre Blinken y su homólogo chino Wang Yi en Europa el pasado sábado no sirve para poner punto y final a la tensa relación entre Washington y Pekín.

Y si hay una región que sufre las repercusiones de los continuos problemas entre Estados Unidos y China, esta es Asia. Es aquí donde Estados Unidos lleva centrando su política exterior desde hace más de una década, en su intento de mantener su posición dominante a nivel global. Y también es aquí donde China quiere conseguir la hegemonía regional, con una clara vocación de volver a ser el “país del centro” que dominó la geopolítica asiática durante siglos.

Los países del continente asiático no quieren que las relaciones entre Estados Unidos y China sigan por este camino. Es cierto que las mayores potencias de la región o bien son aliadas de Estados Unidos o bien están estrechando sus lazos de seguridad con dicho país. Es más, muchas de ellas tienes sus propios problemas territoriales con China y temen su creciente gasto militar. Corea del Sur, Filipinas, India, Japón, Singapur, Tailandia, Taiwán o Vietnam se han posicionado del lado estadounidense en temas de seguridad.

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En este sentido, no es correcto afirmar que Estados Unidos esté forzando la cooperación con los países del continente asiático en este campo. Son estos los que consideran beneficioso ir de la mano de Washington para mantener un equilibrio de poder frente a Pekín en la región.

Al mismo tiempo, sin embargo, los países asiáticos entienden que China ha sido, es y será una pieza fundamental en el tablero del ajedrez geopolítico regional y mundial. También es uno de los mayores socios comerciales y financieros de la gran mayoría de los países asiáticos. Por tanto, los gobiernos de la región no se pueden permitir la rotura de lazos diplomáticos y económicos con Pekín. Saben que el poder de China no va sino a aumentar, así que tienen que convivir con ella.

Esta realidad se ve acrecentada por la decisión de Estados Unidos de no firmar ningún acuerdo comercial regional, después de que Donald Trump abandonara el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) el mismo día de su inauguración en 2017. El Marco Económico del Indo-Pacífico promovido por Joe Biden no incluye nuevas concesiones en materia de acceso al mercado estadounidense. No es, por lo tanto, un posible sustituto al jugoso mercado chino. En este contexto, los países de la región asiática están buscando las fórmulas para rebajar las tensiones entre Estados Unidos y China.

Estas fórmulas incluyen el reforzamiento de espacios para el diálogo entre las dos potencias, como el Foro Regional de ASEAN o la Reunión de Ministros de Defensa de ASEAN Plus; los mensajes más o menos abiertos a Estados Unidos de que Asia no está por la labor de aislar a China y de que no hay una competición entre democracias y dictaduras en la región; y los claros mensajes a China de que su comportamiento está provocando tensiones en distintos puntos de Asia y está llevando a los gobiernos asiáticos a cooperar con Estados Unidos de manera más estrecha.

Una rebaja de las tensiones ayudaría a los países del continente asiático centrarse en su crecimiento económico después del fin de la crisis de la covid-19. También ayudaría a controlar la carrera armamentística en la región.

Al fin y al cabo, las décadas de crecimiento económico a lo largo y ancho de Asia fueron fruto, en gran medida, de un contexto de paz y cooperación. Esto ayudó a que los países del continente asiático pudieran centrarse en políticas diseñadas para aumentar sus exportaciones y atraer mayores flujos de inversión. Tanto los mandatarios de los distintos países asiáticos como sus élites empresariales no se resignan a que esta visión del pasado reciente del continente, si bien algo idealizada, no sea su futuro.

En concreto, la reapertura de fronteras por parte de casi todos los países asiáticos demuestra que los gobiernos del continente se están preparando por volver a la realidad anterior a la covid-19.

Está por ver que los países asiáticos sean capaces de evitar que la Guerra Fría entre Washington y Pekín continúe calentándose en su continente. De momento, no lo han logrado. La crisis desatada por un globo chino sobrevolando territorio estadounidense demuestra que Asia todavía tiene mucho por hacer, si es que va a ser capaz de ayudar a que las dos superpotencias encuentren la forma de convivir entre ellas.

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