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Columna
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Librillo del desasosiego

Asistimos a un fenómeno curioso: cuanto más consenso hay en la sociedad española sobre un tema, más discusión hay en la esfera política

Alberto Núñez Feijóo
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, participa en un acto de precampaña, en el Hotel Santa Catalina, el pasado 18 de febrero, en Las Palmas de Gran Canaria.Mauricio del Pozo (Europa Press)
Víctor Lapuente

Cuenta un personaje de Pessoa que la persona superior (un Kant o una Arendt) está mucho más lejos de la vulgar que la vulgar del mono. Y algunos políticos, por la forma displicente con la que tratan a la ciudadanía, parecen razonar de forma similar.

Asistimos a un fenómeno curioso: cuanto más consenso hay en la sociedad española sobre un tema, más discusión hay en la esfera política. En los años posteriores a la Transición, muchos asuntos polarizaban a un electorado que, mentalmente, residía en dos mundos antagónicos: la España cerrada en el conservadurismo franquista y la abierta al liberalismo europeo. Para muchos, eran un crimen el aborto, las relaciones homosexuales y la no subyugación total de la esposa al marido. Otros, por el contrario, reivindicaban que España se acercara a los estándares europeos. Frente a esta sociedad dividida, la mayoría de los políticos trataba de tender puentes y el país avanzó lenta, pero imparablemente, en derechos sociales, pasando de ser el peor alumno del continente a uno de los más aventajados.

Hoy en España más del 80% de las personas está a favor de la legalización del aborto, por delante de Alemania y 20 puntos por encima de Estados Unidos. Los norteamericanos sufren una fractura social como la que nosotros tuvimos en el pasado, con lo que es lógico que el aborto esté politizado ahí. Pero en España el aborto ha entrado de pleno en la discusión pública justo cuando hay menos discusión social objetiva. Ya sea con las propuestas de Vox para Castilla y León, las evasivas de Feijóo sobre si es un derecho, el debate de la nueva ley o la revisión constitucional de la anterior, el aborto alimenta las salas de máquinas de los propagandistas políticos.

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Ocurre en muchos temas. Por ejemplo, la probabilidad de que 10 españoles y españolas elegidas al azar se pusieran de acuerdo sobre qué es el consentimiento sexual es mucho más alta hoy que hace 20 años. Con 10 políticos, ocurriría lo contrario: ahora les sería más difícil que antes.

Según Metroscopia, la ciudadanía está sosegada. Ante la complicada situación actual, los sentimientos que predominan son la tranquilidad (para el 40%) y el cansancio (el 30%), siendo residuales el miedo (7%), el enfado (16%) y el entusiasmo (8%). Por mucho que los políticos intentan alterarnos, agitando su librillo del desasosiego, no lo consiguen. Igual no somos monos. @VictorLapuente

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