_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un violador en una cárcel de mujeres

Los derechos de una minoría aplastada secularmente no merecen aparcarse y esperar a que no haya Brysons a la vista, porque siempre los habrá

A la izquierda, cuando era Adam Graham; y a la derecha, como mujer transexual, Isla Bryson.
A la izquierda, cuando era Adam Graham; y a la derecha, como mujer transexual, Isla Bryson.Police Scotland (REUTERS) / Andrew Milligan (PA Images via GETTY)
Berna González Harbour

El episodio que ha dado la puntilla a la ministra principal de Escocia parece redactado por un guionista de Vox. En la serie sobre los trans que se proyecta estos días no puede haber un giro más aparatoso que el que ha protagonizado Isla Bryson, antes Adam Graham, en una burla torticera de la ley que no ayuda a nadie, ni siquiera a ella (o él).

El hombre llamado Adam Graham, que hoy tiene 31 años, violó a dos mujeres en Escocia. La primera vez fue en un piso de Clydebank en 2016, donde encerró a una mujer a la que había conocido en un chat de citas y la forzó a pesar de sus gritos y su oposición. La segunda fue en Glasgow en 2019, en una situación parecida. Una vez acusado y antes de que se dictara sentencia, el agresor sexual se convirtió en mujer. El resultado fue que Isla Bryson ha sido la primera mujer trans condenada en Escocia por violación. Y enviada a una cárcel de mujeres, donde solo duró 72 horas porque se armó tal escándalo que fue derivada a otra de hombres.

A partir de ahí solo siguen los despropósitos. Que el violador fuera un hombre y la condenada una mujer lo es. Que el cambio registral de género permita elegir cárcel y poner en riesgo a otras mujeres también. Y que esto ponga patas arriba la política de Escocia, otra más. Nicola Sturgeon, vapuleada también por el fracaso de su última propuesta independentista, se vio incapaz de contestar a las preguntas de si Bryson era hombre o mujer. Y ha dimitido.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Pero el error aquí es dar la razón a los guionistas retorcidos. O a los Graham-Bryson de la vida, dispuestos a encontrar las grietas por las que burlarse de la sociedad y buscar su beneficio tras causar el mal. Los derechos de una minoría aplastada secularmente no merecen aparcarse y esperar a que no haya Brysons a la vista, porque siempre los habrá.

En este episodio, Sturgeon defendió que la solución carcelaria debe resolverse caso a caso y hoy se están revisando las políticas penitenciarias en todo el Reino Unido para la minoría trans. Ahora la lección escocesa debe servir para todos. Sin por ello frenar los derechos que en España acaba de conquistar la minoría trans.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_