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La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, se rinde a las presiones y presenta su dimisión: “Soy también un ser humano”

La líder del independentismo escocés se marcha tras la polémica suscitada por la ley de reconocimiento de género y el frenazo del Tribunal Supremo a su referéndum de independencia

La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, durante el anuncio de su dimisión, este miércoles en Edimburgo. Foto: JANE BARLOW (AP) | Vídeo: EPV / REUTERS
Rafa de Miguel

“Soy un ser humano, además de una política”, ha explicado la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon (Irvine, Reino Unido, 52 años) para justificar el sorpresivo anuncio de su retirada, que ha supuesto un revulsivo en las ya agitadas aguas de la política escocesa. “En mi cabeza y en mi corazón sé que ha llegado el momento [de abandonar el cargo], que es lo correcto para mí, para mi partido y para el país”, ha dicho para intentar que fuera su versión de las cosas, y no la realidad reflejada en los medios durante las últimas semanas de un Gobierno autónomo acosado por sus errores, la que prevaleciera finalmente.

La líder del Partido Nacional de Escocia (SNP, en sus siglas en inglés) ha anunciado este miércoles su dimisión en Edimburgo, en una conferencia improvisada a lo largo de la mañana. No será inmediata, según fuentes de la formación. Sturgeon, que obtuvo una arrolladora victoria en las elecciones autonómicas de mayo de 2021, permanecerá en el puesto el tiempo necesario para que pueda elegirse a su sucesor. Una de las políticas que más popularidad había disfrutado entre la ciudadanía escocesa durante muchos años, y que está al frente del Gobierno desde noviembre de 2014, ha visto cómo los apoyos —en el seno del partido y entre los votantes— se desmoronaban en las últimas semanas por una cadena de contratiempos y torpezas.

Nicola Sturgeon mira a través de una ventana de Bute House, la residencia oficial de la ministra principal.
Nicola Sturgeon mira a través de una ventana de Bute House, la residencia oficial de la ministra principal.RUSSELL CHEYNE (REUTERS)

La decisión del Gobierno autónomo de impulsar la Ley Escocesa de Reforma de Reconocimiento de Género, que facilitaba los trámites para las personas que desean cambiar su identidad de género, y reducía a los 16 años la edad legal para hacerlo, irritó a una parte considerable de los ciudadanos y de las bases del SNP. La respuesta del Gobierno de Rishi Sunak de utilizar su prerrogativa para frenar la ley supuso un duro golpe para Sturgeon, que acumulaba ya demasiadas batallas jurídicas con Londres.

El caso de Isla Bryson, la mujer trans que cumplía condena en una prisión femenina, después de haber sido condenada por la violación de dos mujeres —antes de realizar el tratamiento de transición de género— enturbió muchísimo más el debate. Sturgeon decidió reenviar a Bryson a un recinto penitenciario para hombres, y esquivó con dificultad la insistente pregunta de los medios sobre si consideraba que es una mujer o un hombre. La ministra principal evitó responder en todo momento a lo que consideraba una trampa, pero las críticas contra ella —incluidas las de su predecesor, Alex Salmond— la acorralaron.

El golpe del Tribunal Supremo del Reino Unido a sus planes de celebrar un nuevo referéndum de independencia en 2023, al negar que el Parlamento autónomo tuviera capacidad para convocarlo, colocó contra las cuerdas a Sturgeon, que optó por la estrategia de convertir las próximas elecciones generales en un referéndum de facto, una decisión rechazada por la mayoría de los votantes escoceses, según los sondeos.

“Creo que he liderado a este país hasta situarlo más cerca de la independencia, y creo que estamos en la fase final de ese viaje”, se ha refirmado Sturgeon en su despedida. “Creo que mi sucesor, quien quiera que sea él o ella, liderará Escocia hacia la independencia definitiva, y yo estaré animando en cada fase de ese camino”.

Gran parte de la popularidad de la dirigente independentista tuvo que ver con su constante desafío a las políticas decididas en Londres, especialmente cuando Boris Johnson era el primer ministro, y a una gestión de la pandemia seria y rigurosa en contraposición a los escándalos de Downing Street.

Nicola Sturgeon
La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, este miércoles en Edimburgo.Jane Barlow (AP)

El modo en que la todavía ministra principal de Escocia, que ha evitado a duras penas las lágrimas durante su comparecencia, comunicaba la decisión, daba también espacio —aunque resulte evidente que no sea la razón principal de su marcha— a contemplar que el agotamiento físico, intelectual y personal han jugado en su contra. Va a dejar su puesto después del doble récord de ser la primera mujer en ocuparlo y la persona que más tiempo ha estado al frente del Gobierno escocés, y, como ha explicado, solo en los últimos meses ha comenzado a procesar el impacto que tuvo sobre ella la larga batalla contra la pandemia.

La batalla en el seno del independentismo

Sturgeon suelta las riendas del poder en un momento de desánimo en el seno del independentismo escocés. El jarro de agua fría del Supremo sirvió a la líder del SNP para darse cuenta de que la ciudadanía, el electorado y los miembros de su partido solo estaban dispuestos a seguirla en su aventura hasta mitad de camino. Siempre había prometido mantenerse dentro de los cauces legales y evitar cualquier maniobra unilateral que no contara con el acuerdo de Londres. Incapaz de convencer a Johnson y a sus sucesores de que autorizaran de nuevo, como hizo en su día David Cameron, una consulta independentista, lo arriesgó todo a plantear su petición ante el Supremo, que actúa en el Reino Unido como árbitro último de la constitucionalidad de las decisiones o actos políticos.

Perdió, y la alternativa de convertir las próximas elecciones generales —previstas para 2024— en una consulta de facto, la única estrategia que puso Sturgeon sobre la mesa, no resultó convincente. Un 48% de los votantes del SNP la rechazaba, frente al apoyo de un 44%, según la última encuesta de Ashcroft Polling para The Sunday Times. Ese mismo sondeo señalaba que, entre la ciudadanía en general, el respaldo a esa estrategia unilateral era de solo el 21%. Y, finalmente, el sondeo confirmaba una tendencia apuntada en los últimos meses: un 53% de los ciudadanos votaría no a la independencia, frente a un 47% que querría la secesión.

El SNP deberá elegir nuevo líder, pero decidir sobre todo si quiere mantener contra viento y marea la bandera del independentismo, o permite que sean otros —como el partido de nuevo cuño, Alba, creado por el ex ministro principal y predecesor de Sturgeon, Alex Salmond, siempre al acecho— los que se hagan con ella.

La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, tras la rueda de prensa de este miércoles.
La ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, tras la rueda de prensa de este miércoles. POOL (REUTERS)

Todas las miradas del partido se han concentrado ahora en Kate Forbes, la consejera de Finanzas del Gobierno autónomo, actualmente de baja por maternidad. De 32 años, es hija de misioneros calvinistas de la Iglesia Libre de Escocia, y aunque pasó gran parte de su infancia en la India, procede de las Tierras Altas (Highlands) escocesas, habla gaélico fluido y Sturgeon siempre ha pensado en ella como la persona más brillante de su equipo y la más indicada para tomar el relevo del partido. De carácter humilde y poco ambicioso, deberá resolver en las próximas horas el interrogante que sobre su futuro político han comenzado a plantear sus compañeros de partido.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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