La primacía del catolicismo en España

Aun cuando nuestra Constitución define al Estado español como aconfesional, es obvio que mantiene unas relaciones privilegiadas con la Santa Sede, como demuestra sin ir más lejos la casilla de nuestros impuestos que dedica un porcentaje voluntario a la Iglesia católica, en pie de igualdad con los fines sociales. Los acuerdos con el Vaticano han pasado por muchas vicisitudes en paralelo a las circunstancias políticas. El nacionalcatolicismo franquista suscribió un concordato en 1953, renovado en 1976 durante la Transición. Ese trato de favor debe contemplar unas estadísticas de bautizos que no parecen reflejar cabalmente nuestra realidad social. Me han informado de cómo apostatar y me propongo corregir ese abultado censo en la medida de mis posibilidades. Hay que respetar todas las religiones y los credos, pero los recursos públicos no deberían profesar favoritismo alguno basado en tradiciones arcaizantes que, por añadidura, tienden a respaldar determinadas ideologías políticas.

Roberto R. Aramayo. Madrid

Tinderización de las palabras

Como miembro de la generación X, no acabo de acostumbrarme a esta nueva forma de no llamar a las cosas por su nombre y perder el tiempo en pasiones superficiales y sentimientos sin plusvalías. Las aplicaciones sociales nos generan un vacío de autoafirmación sin sentido que nos chupa el alma. Y ahí estamos, barajando nuevos conceptos/palabras: “Nos estamos conociendo”, “somos amigovios” o “casialgos”... Tenemos miedo a exponernos y mostrar más motivación que el otro, como si de una competición se tratara, porque no nos permitimos mostrar nuestro interés ni nuestra intensidad. Escondemos el corazón y tenemos miedo a sentir. Personas que buscan personas e intentan ocultar la soledad que nos acecha, cada vez más, a medida que el tiempo pasa. Sin embargo, más allá de los dragones hay todo un mundo por explorar para los desertores de la desidia atroz.

Isabel Gómez López. Nigrán (Pontevedra)

Mentiras sistemáticas

No voté a Sánchez, pero sería incapaz de decir que está gestionando mal o que no está integrando mejor que sus antecesores a todas las sensibilidades territoriales. La mentira sistemática de la derecha debería llamarse desvergüenza política, pues más que ayudar con una oposición constructiva lo que hace es dar argumentos a un fanatismo tan peligroso como el que hemos visto recientemente en Brasil. Urge que reflexionen sobre ello.

Jesús Galeote. Málaga

Destruyen la sanidad

Si a estas alturas hay que explicar a la gente el desguace del que está siendo objeto la sanidad pública, es que nos merecemos el crimen que se está cometiendo. Hago mención especial de Madrid, donde Esperanza Aguirre y ahora la inigualable Isabel Díaz Ayuso han convertido a esta comunidad en una de las peores, en todos los sentidos. Por lo que puedo comprobar, es un deterioro tan continuo como alarmante. Muchísimos ciudadanos sufrimos las consecuencias de los depredadores de la sanidad pública. Pido al personal sanitario que dé publicidad amplia y con tiempo de todas sus manifestaciones. Los ciudadanos queremos unirnos a ellas.

Ángel Villegas Bravo. Madrid