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COLUMNA
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Una ingenua petición para la izquierda

Póngannoslo fácil a quienes queremos votar. No fomenten el abstencionismo ni el voto útil en un electorado agotado de tener que hacer, antes de votar, la cuenta de la vieja

Pedro Sanchez y Yolanda Diaz
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversaba con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, durante el debate sobre el estado de la nación.CHEMA MOYA (efe)
Marta Sanz

Este año le pido a Papá Noel que la izquierda se una. No le pido nada a los Reyes, por si se lo quedan, y ni les cortan la mano ni les juzgan en Londres. Yo, que soy escritora y supuestamente vivo en un mundo de egolatría y vanidad, le pido a Papá Noel que las personas representativas de esa izquierda a la izquierda del PSOE fundamental para orientar la brújula hacia las políticas sociales y los intereses de las clases media y trabajadora, personas y partidos atentos a nuevas sensibilidades y a la vez memoriosos; pido a esa izquierda a la izquierda de una socialdemocracia pisoteada por barones regionales que, por coherencia ideológica, deberían migrar hacia opciones inmoderadamente extremocentristas; pido a las cabezas de la izquierda que dejen a un lado los personalismos y hagan caso a las bien intencionadísimas palabras de Juan Lobato que, diciendo que no dice lo que dice, expresando su respeto —excusatio non petita…— y olvidado la historia de su país, utiliza con dulzura el lexicón de un tertuliano de El Cascabel para quitarse de en medio a sus rivales: “Hay un espacio a la izquierda del PSOE que ideológicamente representa el comunismo, dicho con cariño y sin ningún tono negativo […] el de Izquierda Unida, de Unidas Podemos, de Más País, de Más Madrid…”. Lobato pide la unión asustando al respetable con la bandera del comunismo. ¡Buh! Pide la unión para que la unión no prospere o porque está convencido de que la unión no va a prosperar, y esa fragmentación pasará una factura muy cara a esa izquierda de Madrid que se bate el cobre, en el Ayuntamiento y la Asamblea, contra el discurso trumpista y goebbelsiano que detenta el poder. La Atención Primaria sigue en huelga, pero en Madrid —Madrid forma parte de un Estado no confesional que debería ser laico— se invierte dinero público para que la población católica cuente con asistencia espiritual en los hospitales. Amén, Jesús. Hay quien, comunistamente, preferiría que no se externalizasen los servicios de radiodiagnóstico o que se solucionasen de una vez los problemas en la Atención Primaria antes de que todas las pequeñas manchas en la piel muten en melanomas.

Así que, por favor, póngannoslo fácil a quienes queremos votar. No abonen el campo de una desencantada acracia. No fomenten el abstencionismo ni el voto útil en un electorado que sufre el agotamiento de tener que hacer, antes de votar, la cuenta de la vieja. No alienten una política de pactos a posteriori como si las siglas políticas fuesen marcas de detergente que en su fragmentación satisfarán las necesidades de clientes votantes que hipotéticamente introducirán su voto en la urna porque una minúscula opción responde con exactitud, punto por punto, a sus exigencias y visión del mundo. Yo soy votante, no consumidora. Por favor, no nos obliguen a ser estrategas ni a hacer marketing. Permitan que nuestra cultura política crezca en el estudio y el análisis de la realidad. En los relieves cualitativos frente a la aparatosidad espectacular de artefactos como el pactómetro. No nos agoten antes del desgaste inevitable de una izquierda que gobierna, a contrapelo, en un sistema diseñado para que nunca pueda gobernar. Papá Noel, por favor, que no nos roben las ilusiones ni nos obliguen a hacer más saltos de fe.

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Sobre la firma

Marta Sanz
Es escritora. Desde 1995, fecha de publicación de 'El frío', ha escrito narrativa, poesía y ensayo, y obtenido numerosos premios. Actualmente publica con la editorial Anagrama. Sus dos últimos títulos son 'pequeñas mujeres rojas' y 'Parte de mí'. Colabora con EL PAÍS, Hoy por hoy y da clase en la Escuela de escritores de Madrid.

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