Obiang a perpetuidad
La farsa electoral de Guinea Ecuatorial mantiene en el poder a su actual presidente tras 43 años
El margen para la sorpresa era de por sí exiguo, pero ha quedado reducido a la nada. Con la mitad de las mesas escrutadas tras las elecciones presidenciales, legislativas y municipales, el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial liderado por Teodoro Obiang obtiene nada menos que el 96,31% de los votos, mientras que el único grupo autorizado realmente de oposición, Convergencia para la Democracia Social (CPDS), no alcanza ni el 3% de las papeletas. Tras 43 años en el poder, Obiang seguirá siendo el jefe de Estado más longevo del mundo, sin contar a las monarquías.
Las denuncias que Andrés Esono, el líder de CPDS, ha formulado por todas las vías posibles contra un proceso masivamente fraudulento van a seguir sin servir de nada. La misión de observación de la Unión Africana, la de más peso político de cuantas acudieron a la cita electoral, ha avalado el proceso y habla de “ambiente generalmente pacífico en conformidad con las normas internacionales y el cuadro jurídico nacional que regula las elecciones”. Nada va a impedir que en pocos días Teodoro Obiang, de 80 años, vuelva a tomar posesión como presidente.
La democracia brilla por su ausencia en este país africano de un millón y medio de habitantes y única nación que habla castellano al sur del Sáhara, excolonia y exprovincia española. En los meses previos a estos comicios, el régimen liquidó por la fuerza los últimos rescoldos del único partido opositor que se atrevió a enfrentarse a Obiang en las elecciones de 2016, Ciudadanos por la Innovación, ilegalizado dos años más tarde por sentencia judicial. A finales de septiembre, la policía irrumpió en la sede del partido en Malabo y su líder, Gabriel Nsé, y unos 200 militantes fueron detenidos y sometidos a malos tratos en comisaría, según denunciaron.
El encarcelamiento de opositores y activistas de derechos humanos, la censura previa y la asfixia de las libertades son prácticas rutinarias destinadas a crear el clima de miedo y represión que permita mantener a perpetuidad a Obiang al frente del régimen. Las pingües ganancias de la explotación petrolera, su principal fuente de ingresos, no alcanzan a una mayoría de la población muy empobrecida. Hace años que el malestar es creciente, pero el férreo control de todos los resortes del régimen y la violenta represión impiden que las quejas salgan del país. En el escenario del futuro son igualmente exiguas las posibilidades de ningún avance democrático. El ascenso de su hijo, Teodoro Nguema Obiang Mangue, a la vicepresidencia del país, con las fuerzas de seguridad bajo su mando, blindan la sucesión dinástica. Ni su vida de lujos y excesos ni su condena en Francia por corrupción parecen ser un impedimento. La única posibilidad de otro futuro para Guinea Ecuatorial depende de una presión internacional que respalde su transformación democrática frente al actual régimen dictatorial.
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