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COLUMNA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Senegal, 1984

Pocas cosas unen más a dos rivales que ser pillados en falta sin podérselo echar en cara el uno al otro. Pues ni eso. Sánchez y Feijóo siguen con las mangueras en alto tras sus meteduras de pata.

Pedro Sánchez, con el presidente de Kenia, William Ruto, este miércoles en Nairobi. Foto: DANIEL IRUNGU (EFE) | Vídeo: EPV
Luz Sánchez-Mellado

Pocas cosas unen más a dos rivales muy rivales que ser pillados en falta a la vez sin poder echárselo en cara mutuamente, por aquello de no pisarse la manguera entre bomberos. Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo comparten estos días similar choteo generalizado y escarnio público en redes y barras a costa de sendas meteduras de pata en sendos foros públicos. Sánchez, refiriéndose el miércoles como “Senegal” a Kenia delante del mismísimo presidente keniano durante un pomposo acto protocolario en su visita oficial a África. Feijóo, citando el jueves la “distopía que Orwell escribió allá por el año 1984″, o sea, 34 años después de muerto, confundiendo el título del libro con su data, ante un auditorio de jóvenes futuros líderes del mundo. Tablas en patinazos. Pues ni eso. Ni la cura de humildad ni la solidaridad entre metepatas ha logrado controlar el incendio del CGPJ. Las mangueras siguen en alto a ver quién la tiene más larga.

Un error lo tiene cualquiera. Dos en un discurso de tres minutos, igual hay que corregirlo, por muy polite y diplomático que sea uno. Eso debió de pensar William Ruto, presidente de Kenia, cuando Pedro Sánchez, invitado de honor a su República, dijo estar encantado de estar en “Senegal” en plenos fastos de bienvenida. Ruto, elegante, dejó pasar la pifia con enigmática sonrisa keniana. Pero cuando Sánchez, ancha es el África negra, volvió a liarla casi inmediatamente mentando a un país a 8.000 kilómetros de Nairobi, do se hallaba, su anfitrión, descojonado, le enmendó amablemente la plana provocando un azorado “sorry, sorry, trágame, Kenia” del ilustre visitante. Cuentan quienes allí estaban que no fue para tanto, que Sánchez sabía perfectamente dónde y con quién estaba, que había dicho “Kinia”, en su perfecto inglés de Bruselas, varias veces antes de pifiarla, pero que en algún momento debió de írsele la pinza a Dakar con el estrés de tanto viaje teniendo tanta movida en casa. Pobre, si es que esa vida no es vida.

La de Feijóo no debe de ser mucho más envidiable, a tenor de la temporadita que lleva. El presidente del partido liderado por Isabel Díaz Ayuso culminó con la cagada orwelliana una semana negra que empezó fuerte el domingo posando para una revista masculina con un jersey de cuello vuelto de esos que pican que le daba aspecto de tipo duro con un pasado turbio, con la consiguiente cascada de memes en Twitter. Justo es decir que luego Feijóo tuvo más reflejos que Sánchez en la gestión de la crisis distópica. Su tuit, a las pocas horas, admitiendo su ida de olla y metiendo de paso a Sánchez en el mismo saco, le honra. Otra cosa es que sepa quién demonios es Orwell y qué coño es 1984, aparte de año bisiesto.

Da lo mismo. Lo dicho. Qué gran oportunidad perdida. Lo de desbloquear el pollo trans no, porque no creo en milagros, pero igual la tontada simultánea de Senegal,1984, podría, no sé, romper el iceberg entre ambos líderes, propiciar un encuentro en tierra de nadie y, entre risotada y risotada, resolver la crisis institucional del CGPJ, de la que todo el mundo habla en el Metro, como dijo la ministra de Justicia, Pilar Llop, en otro pasote legendario. Pues no. Hablar, hablaron. Y apuesto a que se partieron la caja con sus respectivas batallitas antes de que Feijóo, abrasado por el fuego amigo, colgara con la penúltima hora de si no me quitas la reforma de la sedición te hago ghosting hasta el próximo cambalache. Así que la guerra continua. ¡Viva Honduras!

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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