Uso y abuso de los abonos de Renfe
Las protestas de los usuarios de Cercanías y Media Distancia por las continuas incidencias, los trenes llenos en hora punta y los que viajan prácticamente vacíos pero reservados al 100% llenan las redes sociales
¿A quién no le va a gustar pasar una tarde dando vueltas entre Humanes y Móstoles a bordo de un tren de cercanías de Madrid? Algo así debió pensar la usuaria @Karmenziya la pasada semana cuando tuiteó una imagen de la estación de Atocha en la que uno de los andenes estaba repleto de pasajeros esperando el próximo tren. “Mi andén del Cercanías de Atocha ahora. Por favor, cobrad ya algo, aunque sea la mitad, y no más abono gratis. Los que sí lo usamos para ir al curro no merecemos esto. El tren gratis no debería ser para ociosos dando vueltas”, tecleó.
El tuit lo envió a las 15.28 de un viernes, un momento muy poco de pasear y muy de volver a casa después del trabajo. En la tarde del jueves, la publicación tenía más de 500 comentarios y 1.400 retuits con cita. El usuario @ffssmaes recuperó un vídeo del telecupón y tuiteó: “Te paso el número de personas ociosas que dedican su tiempo a dar vueltas en cercanías: cero”. @Madre_urbanita escribió: “Lo único que me dice tu tuit es que nunca habías cogido el tren de cercanías hasta hoy. Si te quieres quejar del problema real es la frecuencia de trenes”. Y en esta línea respondían decenas de usuarios que declaraban que el problema no es de los abonos gratuitos ni de la gente, que legítimamente puede aprovechar la gratuidad para hacer turismo, sino de las frecuencias, que Renfe debería aumentar según las necesidades.
Te paso el número de personas ociosas que dedican su tiempo de ocio a dar vueltas en cercanías: pic.twitter.com/PcRrEOMCu9
— Si mon (@ffssmaes) October 16, 2022
El presidente del Gobierno anunció en el debate sobre el estado de la nación la gratuidad de los abonos de Cercanías, Rodalies y Media Distancia de septiembre a diciembre para viajeros frecuentes —la quieren prorrogar hasta final de 2023—. La medida tuvo una buenísima acogida entre los usuarios; el objetivo es reducir el gasto de los hogares y favorecer el uso del transporte público respecto del privado, lo que ayudaría a ahorrar energía en este tiempo de crisis por la guerra en Ucrania.
Eso mismo pensó María Rosa Chillerón, que envió una carta a la directora de EL PAÍS en la que decía que lo consideró una “buena medida” que “evitaría desplazamientos en coche” para su hijo, universitario en Sevilla. El estudiante consiguió un bono gratuito, pero no viajar en fin de semana a casa de sus padres, pues todos los trenes se encuentran completos o no disponibles: “Somos la España del Lazarillo, del listillo, del que alardea por engañar a Hacienda, por pagar sin IVA, del que ya ha reservado viajes en tren (los use o no) de aquí a diciembre, incluso con diferentes horarios y que no se molesta en anularlos si no los usa”, escribió. Un ejemplo de esto lo dio @ismahmm, que tuiteó una imagen de un vagón prácticamente desierto con el texto: “El tren de Schrödinger, está lleno y vacío a la vez, depende de si te montas o lo miras en la app de Renfe”.
Pero, una vez más, los usuarios estamos de suerte porque Renfe ha tomado medidas. La más efectiva: cambiar el diseño de los reposacabezas de los trenes. Los nuevos tienen un dibujo de cuatro puños con el pulgar hacia arriba y la advertencia: “Haz un consumo responsable de tu abono. Anula las plazas que no vayas a utilizar. El uso indebido del abono podrá suponer su cancelación. ¡Ganamos todos!”. Tampoco permite, desde hace unas semanas, la reserva de más de dos viajes de ida y dos de vuelta al día. Además, solo es posible reservar un billete de vuelta cuando se haya producido el viaje de ida.
Como Renfe pretende solucionar el problema de los abonos: pic.twitter.com/DMG7NXIiAY
— C. Hernaiz (@hernaizz) October 14, 2022
Las quejas sobre el asunto desbordan las redes sociales. A ellas se suman las protestas por los continuos retrasos de los trenes, los fallos en la app o en la web de compra de billetes. Otro día, si quieren, hablamos de las tarifas, poco dignas de una empresa pública y que controla la práctica totalidad del servicio prestado.
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