Hágase tu voluntad, mujer
La lucha por el derecho al aborto es una lucha cultural y emocional, que en un continente tan católico como América Latina pasa obligatoriamente por la religión, la culpa y el miedo al pecado
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“Te pido que pienses en esto: hasta María fue consultada para ser madre de Dios”, me dice por teléfono Paula Estenssoro Velaochaga, feminista boliviana y coordinadora de una enorme red latinoamericana conocida como Católicas por el Derecho a Decidir. “Desde una lectura teológica feminista, la maternidad no tiene que ser el destino de las mujeres, sino que es una decisión, una elección libre y voluntaria, como lo fue incluso para María”.
Muchas veces los medios cubrimos las luchas alrededor del derecho al aborto de forma muy jurídica: lo que pasó en un Congreso o una Corte cuando se debate el derecho a la vida, a la privacidad, a la igualdad o a la salud. Pero esta lucha de derechos fundamentales también es una lucha cultural y emocional, que en un continente tan católico pasa obligatoriamente por la religión, la culpa y el miedo al pecado. El debate público se traslada diariamente a las conciencias de millones de mujeres creyentes cuando se encuentran solas en el baño de su casa frente a una prueba de embarazo positiva y dicen: ‘No quiero’ o ‘No puedo’. Católicas por el Derecho a Decidir buscan acompañarlas.
Ellas, un grupo que abandera una transformación cultural en 10 países de América Latina, hablan de la despenalización de las conciencias, de avanzar en el camino para que las mujeres que tienen un aborto se liberen de la culpa, y para que las sociedades también dejen de culparlas. El pasado 28 de septiembre, día internacional por la despenalización del aborto, lanzaron una campaña llamada Mujer, Hágase tu voluntad, en la que socializaron los resultados de una encuesta que hicieron en seis países de la región: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, México, y Perú. Las conciencias son mucho más liberales que las jerarquías eclesiásticas, indica la encuesta.
“A mí me asombró la cantidad de personas diciendo que sí se puede ser una buena creyente si una mujer ha abortado”, cuenta Estenssoro Velaochaga. El 70,3 % de los encuestados efectivamente consideró que una mujer que decidió interrumpir su embarazo puede ser una buena católica. El 78% está de acuerdo con que una mujer se realice un aborto cuando su embarazo es producto de una violación; el 85% cuando su salud está en peligro y el 66% cuando el feto presenta defectos congénitos graves, físicos o mentales. El 77% está de acuerdo con que, si se aprueba el aborto, morirían menos mujeres por abortos clandestinos. Y el 81% considera que, si una mujer necesita un aborto porque su vida corre peligro, un médico debería realizar el procedimiento, a pesar de sus creencias. El camino aún es largo para que las mujeres latinoamericanas no tengan que presentar socialmente una excusa para abortar, pero en ese camino están Católicas por el Derecho a Decidir.
“Hemos ido desarrollando en varios países argumentos sobre la libertad de conciencia”, cuenta Estenssoro Velaochaga. El mismo derecho canónico de la Iglesia Católica, explica ella, habla de esa libertad cuándo se debe escoger el mejor camino ante un dilema ético; o de la confianza que Dios tiene en que las mujeres tomen decisiones en conciencia y con autoridad moral. “Desde la fe también se puede apelar a este tipo de decisiones”, dice. “La fe, lo que te debería mover, es hacia un dios de amor y de misericordia, y no de castigo y de culpabilización”.
Hace poco visité la sede de Católicas por el Derecho a Decidir en Bogotá, donde la directora Sandra Mazo me habló de talleres con mujeres en las que se conversaba, con mucho dolor, de maternidades forzadas, de violencias, de embarazos no deseados. Y la culpa estaba rondando esas conversaciones. Como una propuesta sanadora en el taller, Católicas por el Derecho a Decidir ofrece un rezo especial a esas creyentes. Una oración que suele abrir el camino hacia la desculpabilización. “Reafirmo que la culpa no será parte de las decisiones que tome”, dice una parte de la oración. “Mis decisiones son informadas, responsables, libres y moralmente válidas. Hoy me libero de las culpas, y en mi voz confío”. Amén.
Estos fueron algunos artículos publicados en la semana:
“Tengo miedo de que me hagan daño”: los correos del Ejército mexicano desvelan decenas de abusos sexuales en la institución
Sesenta y seis clínicas han dejado de practicar abortos en EE UU tras la sentencia del Supremo
Irina Karamanos: “La figura de primera dama no es tan democrática como esperamos que sean las instituciones”
Esmeralda Gallardo, la madre que fue asesinada en el mismo lugar donde desapareció su hija
La mascota de los Nuggets cobra el triple que la jugadora de baloncesto mejor pagada en EE UU
‘Un violador en tu camino’, de las calles al teatro y viceversa
Y unas recomendaciones para acabar:
📚 Un libro
El Acontecimiento, de Annie Ernaux (Tusquets). Por Camila Osorio
Se trata de uno de los libros más conocidos de la nueva Nobel de Literatura, sobre un aborto que ella se realizó en 1964, cuando aún era ilegal en Francia. “Me he quitado de encima la única culpabilidad que he tenido en mi vida a propósito de este acontecimiento: el haberlo vivido y no haber hecho nada con él”, escribe ella sobre la necesidad de contar su historia. Ernaux tenía solo 23 años, era estudiante universitaria, y el libro cuenta lo difícil que fue encontrar y practicarse un aborto clandestino. Un médico la juzga, un amigo progresista la deja sola, un sacerdote la trata de criminal. Pero una enfermera cascarrabias la acompaña en el proceso. “Me sentía abandonada por todo el mundo, salvo por esa mujer vestida con un abrigo negro que me acompañaba como si fuera mi madre”, escribe sobre la enfermera. Ernaux es una de las mujeres que casi pierde su vida por la criminalización el aborto – por no tener acceso a buenas prácticas, su aborto clandestino termina en una peligrosa hemorragia. No perdió la vida, afortunadamente, y esta semana a sus 82 años ganó un Nobel. Su libro es también un paso en el enorme esfuerzo cultural para despenalizar las conciencias.
🎶 Un concierto en Youtube:
El Tiny Desk de Susana Baca. Por Lorena Arroyo
Escuchar a Susana Baca en el Tiny Disk de NPR tiene el potencial de iluminar hasta el día más gris. Estos miniconciertos que originalmente se grababan en un pequeño estudio de la radio pública estadounidense alcanzaron con la pandemia una nueva dimensión con más producción por parte de músicos de todo el mundo que creaban universos particulares para estas breves presentaciones. Pero a la reina de la música afroperuana no le hace falta aderezo. Susana Baca grabó cuatro canciones (Molino Molero, Dämmerung, Sorongo y Canterurías) en la librería Babel de Lima rodeada solamente de libros, de unas cuantas botellas de vino y de su banda.
Delante de un “bello pupitre”, como ella le llama, y manteniendo la esencia íntima de los Tiny Desk originales, la cantautora no necesita más que la sutileza de su voz, su sonrisa y su elegancia innata para mantenerte pegado a la pantalla los más de 16 minutos que dura la presentación. A sus 78 años, Baca, quien también fue ministra de Cultura de Perú, está nominada a los Grammy Latinos 2022 en la categoría de mejor álbum de música folclórica por ‘Palabras urgentes’, un premio que ya ha ganado en tres ocasiones anteriores. No te pierdas su concierto presentado durante el mes de la herencia hispana, un momento en el que NPR aprovecha para visibilizar el trabajo de artistas latinos. Puedes ver toda la serie aquí.
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