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El optimismo amargo de Luis García Montero

Qué hermoso que exista un espacio, llamado poesía, idóneo para expresar tan hondos y sentidos pensamientos como los dedicados por el autor a Almudena Grandes

Un año y tres meses Luis Garcia Montero
Luis García Montero inaugura la biblioteca municipal Almudena Grandes, el viernes en Toledo.Ismael Herrero (EFE)

Hace días que el otoño ha desplegado en estas latitudes nórdicas sus galas habituales y uno ya anda por casa con el primer jersey de la temporada. Sobre la mesa baja, junto al sillón, reposa un libro editado con gusto. Se trata de Un año y tres meses de Luis García Montero, cuyos versos teñidos de noble serenidad, no obstante compuestos muchos de ellos en momentos dolorosos, me han estado acompañando a lo largo de la tarde. El aprecio personal que profeso al autor, extensivo a Almudena Grandes, su esposa fallecida, presente en cada palabra del libro, aunque nunca invocada con su nombre (a excepción del epígrafe inicial), me impide una lectura, digamos, técnica. Me ha tentado escribir “una lectura objetiva”; pero yo ignoro cómo podría abordarse con objetividad un texto que a cada instante nos interpela como a seres afectivos.

Me conmueve la entereza del hombre ahora incompleto en su soledad infortunada, perdido en paisajes cotidianos vacíos del sentido alentador que antes poseían. El poeta divaga con resignación estoica por los escenarios de su amor correspondido. Poema a poema, repasa recuerdos, se aferra a ellos como el náufrago a su tabla de salvación; los custodia y agradece, rodeado del atrezo de una obra ya imposible de representar por cuanto era una obra de dos y es definitiva la ausencia de uno de los actores principales.

El libro se compone de tres partes. La más larga, la primera, reúne poemas escritos durante la enfermedad y progresivo deterioro de la esposa; la segunda ahonda en la experiencia de la pérdida, y la tercera, de un solo poema, es la única propiamente elegíaca. Se habla en ella de “optimismo amargo”, de aceptación sin queja de nuestro destino perecedero y de gratitud por todo lo bueno que hubo. Qué hermoso que exista un espacio, llamado poesía, idóneo para expresar tan hondos y sentidos pensamientos. Grande, Luis.

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