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LA BRÚJULA EUROPEA
Columna
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El inspirador portazo de doña Zsuzsa Hegedüs a Viktor Orbán

La dimisión de la exasesora del primer ministro húngaro recuerda la importancia de la crítica al poder desde cerca del mismo

Zsuzsa Hegedüs, exasesora de Viktor Orbán, en su casa en Budapest, este viernes.
Zsuzsa Hegedüs, exasesora de Viktor Orbán, en su casa en Budapest, este viernes.MARTON MONUS (REUTERS)
Andrea Rizzi

El discurso del líder sonó tan terrible que la asesora y amiga de vieja data decidió que ya no era posible seguir. Zsuzsa Hegedüs presentó pues, este martes, su dimisión a Víctor Orbán, con una carta en la que, según la prensa húngara, le reprochaba haber proferido palabras “puramente nazis dignas de Goebbels”. Orbán había manifestado con ellas su rechazo a la “mezcla de razas” y considerado que los pueblos que las experimentan pierden su condición de naciones. Paso a paso, de forma inexorable, Hungría ve desplomarse su esencia democrática. El discurso del poder va perdiendo incluso los escrúpulos más básicos. La OSCE calificó de injustas las elecciones recientemente ganadas con mayoría absoluta por el partido de Orbán. En ese contexto, resulta inspiradora la integridad del gesto de Hegedüs.

Dos días después, y unos 2.000 kilómetros más al Este, la periodista rusa Marina Ovsyannikova fue condenada al pago de una nueva multa por las vicisitudes relacionadas con su irrupción en el plató de un telediario en horario estrella de la cadena pública rusa sosteniendo un cartel alertando a la ciudadanía de ese país acerca de la burda manipulación informativa a la que está sometida con respecto a la guerra en Ucrania. Rusia es hoy día un régimen autoritario cada vez más represivo, y la cadena en la que la periodista rusa protagonizó esa iniciativa se parece más a una oficina de prensa del Kremlin que a una redacción. En ese contexto, resulta admirable la valentía del gesto de Ovsyannikova.

El coraje —igual que el miedo— tiende a ser contagioso. Ojalá las acciones de Hegedüs y Ovsyannikova resultaran inspiradoras también en Europa occidental. El contexto es muy diferente, con democracias sin duda imperfectas, pero maduras, en las que la discrepancia es más fácil. Sin embargo, el ejercicio crítico hacia el poder desde sus propias filas, base o entorno se antoja en muchos casos manifiestamente mejorable. Hay lacras de distintas características. Se detectan parlamentarismos atrofiados por el enorme poderío de la dirigencia central de los partidos; dinámicas de debate aplastadas por el peso oprimente de los hiperliderazgos; dificultades para articular matices u objeciones en el discurso público en medio de una creciente polarización por la que, dada la brutalidad de los ataques de la contraparte, los sostenedores de una parte perciben que no queda más opción que cerrar filas y devolver torpedos a la otra. Estos fenómenos se producen en muchos países del continente.

Trascendiendo la dimensión política, es posible que, tras años de inenarrables turbulencias y ante una perspectiva de futuro próximo muy oscura, esté ganando enteros una suerte de agotamiento del alma que induce a tantos a aparcar aún más un espíritu combativo, a seguir la inercia, evitar los riesgos inherentes a dar pasos al frente. Exhaustos por lo que vino, inquietos por lo que viene, quizá sean muchos los que, en sus respectivas posiciones, no tengan la mejor disposición para dar batallas en el interés colectivo, pegados más que antes a un interés individual entendido de forma angosta. Se trata de pulsiones intangibles, inconmensurables, pero con un potencial de impacto muy real en la vida.

Europa afronta los retos y los cambios más trascendentales en décadas. Emprendemos revoluciones de enorme calado, de amplísimo espectro, a una velocidad de vértigo, y el riesgo de errores es grande. En todos los ámbitos sociales, en los distintos emprendimientos colectivos, será más fáciles evitarlos si voces firmes y claras se pronuncian desde cerca de los liderazgos. “Espero sinceramente que, como resultado de las consecuencias de estos comentarios, algo empiece... no un movimiento, pero un sentimiento de rechazo desde abajo que pueda parar esto”, dijo Hegedüs en una entrevista concedida ayer a la agencia Reuters. Desde abajo y desde cerca se puede a menudo lograr más que desde enfrente.

Vienen un otoño y un invierno de extraordinaria dificultad, ojalá muchos estén dispuestos a involucrarse con alma a buscar la salida. Mientras tanto, buen verano, europeos, buen viaje. Comprueben que llevan todo lo que necesitan y, más aún, que lo que buscan es lo que necesitan.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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