El papa Francisco se estrella en su intento de mediar en la guerra de Ucrania
Ahora el diálogo de Roma con la Iglesia ortodoxa rusa seguirá siendo uno de los escollos para una reconciliación
El papa Francisco ha intentado mediar en la guerra entre Rusia y Ucrania. Puso para ello en movimiento a toda la alta diplomacia vaticana. Advirtió que estaría dispuesto a un encuentro incluso con el presidente ruso, Vladímir Putin. Su interlocutor debería haber sido el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, Vladímir Virill, el XVI Patriarca de Moscú y toda Rusia, con quien el papa se había encontrado en febrero de 2016 en Cuba. Se trató de algo histórico porque era la primera vez que un máximo pontífice se encontraba con un patriarca ortodoxo ruso en los ya casi 1.000 años del cisma entre las dos iglesias.
Si es verdad que las relaciones entre ambas iglesias separadas habían mejorado con motivo del Concilio Vaticano II convocado por el papa Juan XXIII al que fueron convidados y asistieron como observadores algunos patriarcas ortodoxos, lo cierto es que nunca había habido un encuentro serio y personal entre Roma y Moscú. Ninguno de los papas modernos que viajaron alrededor del mundo pudieron entrar en Rusia.
El papa Francisco y el patriarca ruso Kirill aprovecharon la coincidencia que estaban viajando por América Latina, Kirill a Cuba y Francisco a México y se dieron cita en el aeropuerto de La Habana donde se abrazaron, se besaron y conversaron durante dos horas en una sala del aeropuerto. Al despedirse, el papa Francisco le dijo al ruso tuteándolo: “Llámame cuando quieras”.
La ocasión de un nuevo encuentro para mediar en la guerra en curso en Ucrania hubiera sido ahora. Era el sueño de Francisco intentar una mediación que parara el conflicto. El Vaticano escudriñó todas las posibilidades. Estudió incluso cuál sería la postura personal del presidente Putin sobre la fe religiosa: si se declaraba ateo o creyente. Supieron que aunque el ruso se sirve de la Iglesia oficial ortodoxa para sus fines políticos, personalmente revela gestos públicos de creyente cristiano. Su madre había sido una mujer muy devota que después de bautizarle le colocó en el pecho un pequeño crucifijo que, al parecer, el líder ruso sigue llevando como talismán.
A Putin se le ha visto antes de hacer sus deportes de riesgo, como arrojarse a las aguas heladas, persignarse tres veces. También parece devoto de San Nicolás, un santo turco del siglo IV del que fueron siempre muy devotos los cristianos ortodoxos rusos. El cuerpo del santo lleva 900 años en la cripta de una iglesia de la ciudad italiana de Bari. El papa Francisco había hecho llegar a Rusia una costilla del santo en mayo del 2017. Cuando fue colocada la reliquia en un arca con de cristal para que fuera visible se pudo observar al presidente Putin inclinarse ante ella y hacer la señal de la cruz.
Con estos antecedentes, el papa Francisco llegó a pensar que podría esta vez conseguir un diálogo con la iglesia ortodoxa rusa que siempre se había resistido a conversar con Roma. Tanto más que hoy sabemos que cuando fue elegido Papa en el cónclave, uno de los propósitos de Francisco que albergaba desde siempre era tentar una reconciliación entre las dos iglesias separadas. Entre ellas la de la infalibilidad del papa de Roma ya que en los primeros siglos existían en la Iglesia solo patriarcas con el mismo grado de poder en la Iglesia. Fue solo cuando al obispo y patriarca de Roma se le otorgaron poderes sobre los demás patriarcas cuando estalló el cisma entre ellos.
Que la idea de Francisco al ser elegido papa era intentar reunificar a dichas iglesias lo revela el hecho que en su primer encuentro con los fieles en la plaza de San Pedro sorprendió al mundo al presentarse no como Papa sino simplemente como obispo de Roma y sucesor del apóstol Pedro que había sido el primer obispo romano. Hoy se sabe que el presentarse como obispo de Roma y el haberse despojado de todas las insignias de poder de los pontífices del pasado, hasta el punto de haber rechazado los suntuosos palacios vaticanos para vivir en un cuarto de un simple hotel, fueron los primeros guiños de diálogo enviados por Francisco a la Iglesia Ortodoxa en vistas a una posible reconciliación.
Es verdad que la historia de la Iglesia fundada por el profeta judío Jesús, que predicaba la paz y la concordia entre todos, acabó implicada en las guerras de religión que eran llamadas “guerras santas”. Tantos papas fueron guerreros y en las grandes contiendas mundiales estuvieron muchas veces al lado de una de las partes. Solo después del pontificado del papa Pío XII, cuyas relaciones con el nazismo, por ejemplo, nunca han quedado claras, los papas apostaron abiertamente por la paz contra todas las guerras.
La imposibilidad del papa Francisco de intervenir directamente para detener la guerra de Ucrania que él ha llamado de guerra “asquerosa” será sin duda una de sus grandes desilusiones. Ahora el diálogo de Roma con la Iglesia ortodoxa rusa seguirá siendo uno de los escollos para una reconciliación entre ambas confesiones y para poder volver a los inicios del cristianismo cuando existía una sola fe y un solo credo aún no contaminados por los cálculos mundanos del poder político.
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