_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Alegría de vivir

Me da la sensación de que aunque termine la pandemia, el mundo ya no volverá a ser como antes. Que el virus ha provocado cambios mucho más profundos de lo que nuestras traumatizadas mentes pueden admitir

Varias personas celebran el fin del uso obligatorio de la mascarilla en espacios abiertos, el 26 de junio en la Puerta del Sol, en Madrid.
Varias personas celebran el fin del uso obligatorio de la mascarilla en espacios abiertos, el 26 de junio en la Puerta del Sol, en Madrid.Rodrigo Jiménez (EFE)
Najat El Hachmi

Está durando tanto esto de la pandemia que ya mi mente empieza a creer que esto es la vida y no hay otra ni la habrá. Me fascina la capacidad narrativa de nuestra psique, el hecho de que, a falta de elementos tangibles para vislumbrar el principio del fin y la vuelta a lo que llamamos normalidad, se adapte y empiece a considerar que así son las cosas y así fueron siempre. Pero este cuento que me cuenta mi cerebro para que deje de lado la esperanza de despertar un día sin mascarillas, sin muertes ni dolor, sin colapso del sistema sanitario ni aislamiento, está luchando con otra corriente subterránea que me inunda y se resiste: la de la esperanza. ¿A quién hago caso? ¿A los pensamientos pragmáticos que me convencen de que más me vale acostumbrarme a esta realidad o al impulso ahora reprimido que me hipnotiza con la perspectiva de los felices años veinte por llegar?

Me da la sensación de que, aunque termine la pandemia, el mundo ya no volverá a ser como antes. Que el virus ha provocado cambios mucho más profundos de lo que nuestras traumatizadas mentes pueden admitir. Sea como sea, los que no volveremos a ser como antes somos nosotros. En mi caso, el virus me ha hecho comprender cosas que en otras circunstancias hubieran requerido años de experiencia.

Lo que más echo de menos del mundo de ayer, el de antes de la covid, es la alegría de vivir que impregnaba tantos instantes a pesar de las dificultades. Las cosas importantes, dijo Mercè Rodoreda, son las que no lo parecen. Que seamos seres sociales significa que necesitamos estar con otros en cuerpo y alma, tocar, oler, mirar y ser sentidos también por otros seres humanos. Nada de esto se da en las relaciones virtuales ni en las hipnóticas pantallas en las que la imagen del otro ya nace muerta. La frialdad de la superficie vítrea nada tiene que ver con la alegría de vivir, que reside en nuestra materialidad, esto que ahora llamamos cuerpo y que parece estar separado de la conciencia. El impulso vital optimista reside en los rostros descubiertos y la actitud despreocupada, imposible cuando se nos prohíbe la cercanía durante tanto tiempo y nos hemos acostumbrado a distanciarnos incluso con la mirada. No sé si recuperaremos las costumbres que teníamos antes, si dejaremos de percibirnos como un peligro o si quedará ya instalado para siempre este mirar estrábico. No pierdo la esperanza de que en esto no hayamos cambiado aunque el mundo sea otro. ¡Qué gana de que vuelva la alegría de vivir!

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_