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Columna
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Vendrá la calma

Europa puede mirar a la primavera con alivio pandémico

Covid-19: El centro de Valencia, repleto de viandantes con mascarilla
Viandantes con mascarilla en una céntrica calle de la ciudad de Valencia.Biel Aliño (EFE)
Javier Sampedro

En los países con altos índices de vacunación o de infección natural, lo peor de la pandemia habrá pasado pronto, piensan algunos científicos. Después de la ómicron vendrá la calma. La propia OMS (Organización Mundial de la Salud) considera verosímil que la pandemia se acabe en Europa cuando la ola de la ómicron toque fondo, aunque para entonces habrá contagiado al 60% de los europeos, según sus cálculos. Sumando esos contagios a la gente vacunada, el nivel de inmunidad de la población será tan alto que el virus verá cortadas sus cadenas de trasmisión. La componente estacional contribuirá a ello con la llegada de la primavera y, aunque este factor rebotará a fin de año con un posible aumento de los casos, es dudoso que lo haga con fuerza pandémica. Hablaremos entonces de endemia o de gripalización, dos términos que ahora mismo ponen de los nervios a los epidemiólogos. La covid causa aún 50.000 muertes semanales en el mundo.

Pero expertos como Devi Sridhar, de la Universidad de Edimburgo, que se ha destacado desde el principio de la pandemia por subrayar sus riesgos y presionar a los políticos para tomar medidas estrictas, admite ahora en Science: “Hemos alcanzado una especie de punto de inflexión”. Ahora que el pico de la ómicron ya ha pasado en varios países, se puede asegurar que su balance de casos graves y muertes ha sido menor de lo que se temía. Más aún, los infectados con la ómicron suelen desarrollar una inmunidad robusta frente a todas las variantes conocidas del SARS-CoV-2. La inmunidad celular (por oposición a los anticuerpos sueltos por la sangre) tiene un papel central en esta acción de amplio espectro.

El caso de Sudáfrica, donde se detectó la ómicron por primera vez, hace solo dos meses, no es directamente extrapolable a otras zonas ―baja vacunación, verano austral, población joven—, pero a cambio ofrece los datos más completos de cualquier país. La curva alcanzó su máximo en diciembre, y las muertes siguen subiendo ahora mismo, pero la ómicron solo es responsable del 5% de esos fallecimientos, mientras que la delta, la variante anterior, se hace cargo del 50%. El 70% de las personas no vacunadas tienen anticuerpos contra el SARS-CoV-2 en alguna de sus formas. En el caso de la ómicron no podemos saber todavía cuánto dura la inmunidad. Tampoco cuántos casos causa de covid persistente.

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Una gran duda, tal vez ‘la’ gran duda, es si surgirá una nueva variante que vuelva a ponerlo todo patas arriba. En noviembre nadie esperaba a la ómicron, que en solo dos meses se ha propagado por todo el planeta, y algo parecido puede volver a ocurrir. ¿Quién se atrevería a descartar eso? Si esa hipotética variante está llamada a prosperar, sin embargo, deberá propagarse aún más deprisa que la ómicron, lo que no le resultará fácil si se tiene en cuenta que la ómicron ya es un récord mundial, solo por detrás del sarampión. Tampoco le irá bien matar mucho, pues muerto el huésped, muerto el virus. Este es el caso de la subcepa ómicron BA.2 que se ha propagado por Dinamarca y otros países, pero que no es más letal. En Europa, hay razones para mirar a la primavera con optimismo.

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