Gobernar la incertidumbre
Conviene que empecemos a familiarizarnos con la idea de democracia anticipatoria, esa que crea espacios de análisis y deliberación para estudiar escenarios de futuro
Tras unos días discutiendo qué ministerios deben participar en la elaboración de una ley, en este caso laboral, podríamos aprovechar la ocasión para ver cómo incorporamos a la elaboración de las leyes y políticas públicas ese protagonista de nuestros días que es la incertidumbre. Si acertamos, servirá para protegernos contra el miedo.
La quiebra de Lehman Brothers desencadenó en 2008 una crisis financiera que rápidamente se extendió a la economía, impactó sobre lo social y cambió de forma significativa el panorama político en el conjunto de Occidente. A finales de 2019 mutó un virus que fue bautizado como covid-19 y apenas cien días después el mundo había colapsado con millones de muertos, personas contagiadas con secuelas persistentes y una parálisis económica sin precedentes. Por si no había quedado claro, hace unos meses un barco encallado en el Canal de Suez subrayó la vulnerabilidad del sistema comercial mundial. Ahora la crisis de suministros y la energética advierten de que reiniciar la economía global después de meses de parón tiene complicaciones.
Llevamos décadas hablando de globalización sin prestar atención a las dependencias que se han ido construyendo y que, lejos de tejer una red más robusta, han creado enormes centros de producción de los que dependen los del consumo ―y viceversa—, y con ellos toda la maquinaria logística, financiera, etc. Esta globalización, la revolución digital, la crisis climática, el fenómeno migratorio o la erosión de la confianza en las democracias venían siendo aspectos que ya antes de la pandemia dibujaban un escenario de incertidumbre. Al menos, en Occidente, la parte del mundo donde más se necesitan las certezas. La pandemia ha contribuido a incrementar esa sensación y a mostrar a las claras sus consecuencias.
De ahí que el gran desafío de los gobiernos ―sobre todo de los occidentales― sea acotar los márgenes de incertidumbre para conjurar el miedo, pero ¿cómo trasladar esto a las políticas públicas?
La ley de vivienda, la reforma laboral o la ley de cambio climático, por citar algunos ejemplos, no pueden nacer sin tener en cuenta el contexto de incertidumbre, incorporar al análisis las múltiples dependencias y anticipar mecanismos de reacción. La llegada de fondos buitres al mercado de la vivienda arruinó a familias enteras, el desarrollo de la inteligencia artificial plantea debates que no pueden obviarse en la reforma laboral, la subida del precio de la energía y la crisis de suministros pueden dar al traste con la recuperación económica y la transición energética, etc.
Al igual que en otros países, en España contamos ya con una Oficina de Prospectiva. ¿Se incorporan sus trabajos a la elaboración de leyes y políticas públicas? Conviene que empecemos a familiarizarnos con la idea de democracia anticipatoria, esa que crea espacios de análisis y deliberación para estudiar escenarios de futuro, y que pone el foco en gobernar la incertidumbre para protegernos contra el miedo.
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