_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Domesticar

Ser hombre es una ficción y tomándoselo demasiado en serio acaba uno esclavizado

John Wayne, en un fotograma de la película 'Centauros del desierto'.
John Wayne, en un fotograma de la película 'Centauros del desierto'.
Fernando Savater

Me preocupa que la atención de los ciudadanos esté monopolizada por cosas pintorescas pero secundarias, como los desastres causados por el volcán en La Palma, la amplitud del desempleo, los malos resultados de nuestros estudiantes según el informe Pisa, las variantes más peligrosas de la covid o el drama de los inmigrantes ahogados en el mar. En cambio los sucesos realmente importantes pasan casi desapercibidos: por ejemplo, la puesta en funcionamiento en Barcelona del Centro de Nuevas Masculinidades por el Ayuntamiento encabezado por Ada Colau. ¡Por fin!, dirán ustedes. Sí, por fin, ahí está. Es un empeño pedagógico para educar a los varones a cómo serlo sin las habituales contraindicaciones de injusticia y desigualdad. Se trata de confirmar lo que en uno de sus habituales relámpagos de lucidez vislumbró la alcaldesa: “La masculinidad no es incompatible con la sensibilidad”. ¡Nada menos! Quizá alguno de ustedes, leyendo a Keats o escuchando cantar a Kraus, ya había intuido eso mismo pero ahora existe un centro que por medio de charlas, seminarios, cursos de seis a diez semanas, etc... (todo gratis, paga el Ayuntamiento) logra un nuevo modelo de masculinidad sin taras. Hoy, dicen los animadores del Centro, “ser hombre es pesado, es peligroso, es un lío”. Pero mañana... “el hombre del futuro será un hombre heterogéneo, diverso, descolocado, desorientado y perdido sin referente que emular”. ¡Menudo cambiazo, dónde va a parar! Y eso se consigue a base de cursillos, algo de yoga, frecuente llanto (?) y repartiendo abrazos para romper nuestra coraza viril. Después de todo, ser hombre es una ficción y tomándoselo demasiado en serio acaba uno esclavizado. Adiós a Clint Eastwood y al mismo John Wayne (que por lo menos se llamaba Marion); paso al varón reciclado. ¿Y la mujer? De eso hablamos mañana.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_