Madrid: honor y oportunidad
La declaración del ‘Paisaje de la luz’ como Patrimonio Mundial debe espolear la lucha contra la contaminación
La Unesco declaró este domingo Patrimonio Mundial el llamado Paisaje de la luz en Madrid, un conjunto urbano que incluye el paseo del Prado y los jardines del Buen Retiro. Con esta decisión se acaba con una anomalía, ya que Madrid, pese a su densidad histórica, cultural y arquitectónica, era la única gran capital europea que no tenía ningún sitio que formase parte de la lista de la Unesco, integrada por más de 1.200 espacios. Se trata de un reconocimiento para el que han trabajado a lo largo de los años autoridades y administraciones de distinto signo político, un ejemplo de cooperación por encima de las ideologías del que España no anda precisamente sobrada.
La apuesta de Madrid era arriesgada porque en la categoría de paisaje cultural —aquellos en los que la mano humana ha contribuido de manera determinante, como los cafetales del Valle de Viñales, en Cuba, o los viñedos de Champaña, en Francia— solo había entrado una ciudad: Río de Janeiro. Con la inclusión de esta amplia zona del centro de Madrid, la Unesco reconoce un espacio urbano en el que se mezclan la cultura, la ciencia y la naturaleza con la vida cotidiana y el ocio de los ciudadanos, que empezó en 1565, con una alameda situada en lo que hoy es el paseo del Prado. El fallo de la organización cultural de la ONU reconoce la influencia que este tipo de bulevares arbolados tuvieron en América Latina, una forma de recalcar que la unidad cultural del mundo hispano va mucho más allá de la lengua.
Se trata de un espacio que concentra museos de una importancia universal, como el Prado, la colección Thyssen o el Reina Sofía; edificios como el Palacio de Cibeles, obra del que seguramente sea el gran arquitecto de Madrid, Antonio Palacios, y jardines como el Botánico o el Buen Retiro, que forma parte de la memoria sentimental de millones de madrileños desde que se abrió al público en el siglo XIX.
Sin embargo, como señala la Unesco, la inscripción en el Patrimonio Mundial no significa el final de un proceso, sino el principio, porque se adquiere un compromiso para cuidar un espacio que se considera único. Y es una decisión reversible: Liverpool acaba de perder este estatuto en la misma asamblea en la que se incluyó a Madrid. El informe de la Unesco considera que la contaminación es uno de sus problemas —ahora mismo por el paseo del Prado discurre una autopista urbana de ocho carriles—, así como el cambio climático que afecta especialmente a los árboles del Retiro. Esta declaración representa un honor más que justificado para Madrid, y también una oportunidad para devolver a los ciudadanos un espacio que ahora mismo se disputan con el tráfico y el humo.
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